8/3/10

ALARMA SUICIDA (8-3-2010)

Hace años el consejero delegado de un medio informativo me prohibió dar noticias de suicidio porque éstos sucesos eran inmorales, una falta de la Divina Providencia, un pecado y, además, resultaba sociológicamente contagiosos. La Organización Mundial de la Salud (bien cuestionada por la gran estafa de la Gripe A) predijo que las enfermedades del siglo XXI serían la obesidad mórbida y la depresión con sus respectivas secuelas de auto muertes. El silencio medroso sólo conduce a no tomar medidas profilácticas sobre un centón de gentes que no encuentran otro camino que el del cementerio.

En 2008 se han suicidado 3421 personas de las que no salen en los periódicos: bastantes más  que los 3021 muertos en la carretera y la violencia de género, de ellos sólo un 22% eran mujeres lo que demuestra que ellas psicológicamente son más fuertes y manejan mejores mecanismos intelectuales de supervivencia. Una barbaridad: cada día 9 personas se quitan la vida en España. Ahora no hay construcción pero en el esplendor de la burbuja inmobiliaria no hubo tantos accidentes laborales mortales por trabajo.

El  suicidio no es una maldad, a él lleva la inmensa tristeza del alma, la melancolía maligna a la que se refieren los psiquiatras y psicólogos. Se cura o se puede paliar, pero no se atienden. Siento una profunda ternura por los últimos minutos del suicida que duda en cometerlo, sólo e incomprendido por la familia y los amigos. Hasta la Iglesia da oficios y tierra sagrada, tras siglos de anatema a quienes deciden que así no pueden seguir viviendo. Estamos esquizofrénicos: matamos a fetos y desasistimos a aquellos que no saben cómo continuar viviendo. Las estadísticas de suicidas en estos tiempos de crisis pueden ser crueles.  

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