Siempre he sostenido que el
mejor plan de pensiones es morirse a tiempo, pero sucede a veces que un
Dios poco compasivo nos prolonga la
vida. El ministro de Trabajo Celestino corbacho que tiene apellido con fonética
rusa y injustamente me lo imagino como director general del Gulag. Éste
caballero fue durante 14 años alcalde charnego
y socialista alcalde de Hospitalet de Lobregat con fama de eficaz y peso
político en la política catalana. Las malas lenguas estiman que otro emigrante
como el Presidente Montilla se lo quiso endosar como ministro a ZP. Igual que Manolo Chávez cuando presidía
la Junta de Andalucía despachó a La
Moncloa a un ramillete de chicas que resultaban insoportables como Maleni Alvarez´, Teresa Calvo o Bibí Aído.
Corbacho debe pertenecer a
los que creen que nuestra pensión es un regalo del Estado benefactor y desanima
a los inmigrantes pidiéndoles que tachen España como su destino; éste caballero
se olvida que tanto él como su familia tuvieron que emigrar de su Extremadura
natal. Peor que Le Pen. Los gobiernos señor Corbacho contratan un pacto con sus
trabajadores sus fondos de reserva y es una estafa proseguible judicialmente
que quieran elevar la edad de jubilación a los 67 o 70 años o bien que
nos inciten a la contratación de un plan de
pensiones o tener un seguro de de salud privado. Para eso todos nos
hacemos diputados, senadores o ministros y cobramos dos pensiones como Zapatero
a cargo de los presupuestos generales. Así los tributos acaban convirtiéndose en una exacción favorable sólo para un grupo selecto de
privilegiados que dicen representarnos. Tras él vendrá el co-pago de la sanidad pública porque no habrá dinero para los presupuestos
de la sanidad pública porque la ministra de Sanidad se dedica a dilapidar
nuestro dinero en la compra innecesaria de miles de dosis de vacunas contra “la
pandemia de gripe A” a precios de saldos o la Igualdad que distribuye mapas de
clítoris y de los labios menores.
Los demás a financiar nuestra vejez en la
empresa privada, si podemos y espero
que al menos nos ofrezcan jovenzuelas…
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