Preside mi despacho una
estatua negra de halcón que con sus ojos me advierte de la vacuidad de todas
mis vanidades. En 1941 John Huston llevó por tercera vez a la pantalla “El
halcón maltés” con Hummphrey Bogart y Peter Lorre, sobre la clásica novela de
la literatura negra de Dashiell Hammett.
Los Templarios quisieron regalar al emperador Carlos V un halcón de oro
revestido y entrañado de piedras preciosas. Disuelta por el Papa la Orden de los Caballeros de Malta, el pájaro se perdió convirtiéndose en una
utopía para buscavidas.
Las conversaciones con ETA
son un aburrimiento porque siempre han existido. Las comenzó el coronel San Martin,
jefe de los servicios secretos de Carrero Blanco antes que el Almirante fuera
asesinado. Los contactos continuaron durante los años de plomo de Adolfo Suarez
y no siguieron con el presidente de Calvo
Sotelo, por la brevedad de su
mandato. Felipe González permitió unas escandalosas conversaciones de Argel de las que salió
cabreado y escaldado. José María Aznar admitió un sondeo en Ginebra y
rápidamente retiró la mano de la parrilla. Quién ha llegado más lejos en el encamamiento
con ETA ha sido José Luis Rodríguez Zapatero qué cuando se derrumbó uno de los
recién inaugurados aparcamientos de la
T4 de Barajas con dos ciudadanos
ecuatorianos en el parking, estimó que aquello fue un accidente, y siempre
definió al hoy encarcelado Arnaldo Otegui como “un hombre de paz”. Nadie puede
tirar la primera piedra. Y el gallinero formado en torno a las declaraciones de
Mayor Oreja es una exhibición de
hipocresía. Rodríguez Zapatero negociará
si lo tiene a huevo.
Peter Lorre le pregunta a
Bogart de que material está hecho el halcón, y Boggy le responde:”Del que están
construidos los sueños”. ETA es el
halcón maltés.
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