Don Manuel Azaña ya había salido al balcón de la Generalitat gritando aquello de”¡ Catalanes ya no hay
Borbones que os declaren la guerra”¡. Luego el debate en Cortes republicanas
del primer Estatuto de Cataluña propició un debate entre el propio Azaña y Don
Ortega y Gasset quien previno el
presente setenta y ocho años antes. Azaña era bipolar y conjugaba el pesimismo
de su naturaleza sobre España con un optimismo infantil que le condujo al
amargo trance de presidir nuestra guerra civil. No es de extrañar que muriera
del corazón. Cuando Indalecio Prieto veía pasar a Ortega hacia su escaño
exclamaba jocoso ¡”Ahí va la masa encefálica¡” . El Encéfalo le argumentó a Azaña cosas terribles como que Cataluña no
tenía solución ni con Estatuto o sin él, y eso que no preveía el llamado
“Problema Vasco”. La Presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia
Casas, es la mujer de Ulises y como Penélope deshace por las noches lo tejido
por sus magistrados durante el día. Sólo así se puede entender que lleve más de
tres años cocinando la
constitucionalidad del nuevo Estatuto Catalán que le salió del magín a José Luis Rodríguez Zapatero para poner las cosas
más difíciles. La mitad de los magistrados dan por bueno que Cataluña se
constituya en una nación en el preámbulo del texto enrevesado, como si éste en Derecho no fuera una
declaración de intenciones. Es nación
hasta para el Barza, y las inconstitucionalidades que aparecen en el texto son
“peccata minuta” ´que chocarán con lo
que ya está aplicando el maravilloso tripartito catalán. Nación sin estado. Ya hay problemas para las próximas
generaciones como lo advirtió Ortega.
España será eso tan cursi y anti histórico
como una nación de naciones. Quebec en Port Bou.
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