La ministra de Igualdad, no
sé si Bibí Andersen o Bibí Aído se ha puesto extensiones en la melena en un
vano intento de alargar su cerebro. Es una
chica yé-yé que baila un paso
para adelante y otro para atrás. Ayer quiso llevar su feminismo a la
universidad como asignatura troncal, de tronco y no te menees y hoy retira la
propuesta subnormal como todas las que se le ocurren a ésta andaluza. Sería
discutible tener como asignatura- tronco el marxismo leninismo, pero la
femineidad en las aulas universitarias es como el tronco móvil de la familia Pica
Piedra. Alguien con cejas circunflejas
ha debido decirle que no siga pisando
charcos. Pero ella es inasequible al desaliento y propone ahora una campaña con
tarjeta roja contra los maltratadores, igual que los futbolistas hacheros en la campo de fútbol se dedican a romper las piernas a otros machos quienes pondrán el
grito en el cielo por la injusta comparación. Dijo” el placer de mis insomnios “
que se iba a dejar la piel en el cargo y comenzó plantando un jardín zen en la
entrada de su ministerio fantasma. Parece que la sacan. Me alegro por Andalucía
porque seguramente allí revolucionará el
flamenco feminista.
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