El profesor Enrique Fuentes
Quintana, un sabio, perteneció al primer
comité editorial de “ El País “, y cuando en la Transición se planteó el
estado autonómico nos advirtió : “ Las autonomías están muy bien pero en vez de contribuir a la
descentralización tienden a duplicar al
Estado, y, en cualquier caso, nos resultarán carísimas “. Las autonomías se
consensuaron por razones psicológicas: el miedo a que los Estatutos de Cataluña, País Vasco y Galicia, solos,
multiplicaran exponencialmente su
singularidad, adoptándose el café para todos. El 23-F trajo la LOAPA y hoy la
crisis financiera obliga a pensar en tirar de las riendas como Alemania quiere
hacer con sus lander. Nos asombra que Grecia haya sesteado desde Pericles y que no sepa cuantos
funcionarios tiene y que cobren la jubilación los muertos, cuando tenemos 17 Grecias en el seno que no saben hacer un
presupuesto ni cumplirlo y están técnicamente quebradas. El Gobierno
tiró el dinero en comunidades socialistas como Cataluña y Andalucía y
cuando la territorialidad ha pasado mayoritariamente al PP exige el pago al contado y niega una mora que es la única
salida .Éstas decisiones no puede
tomarlas Elena Salgado, ni menos Manuel Chávez, con elecciones mediatas y un
Presidente con autoridad sólo nominal. La financiación autonómica que influye
en nuestra credibilidad exterior ha quedado para septiembre, como la religión o
la gimnasia. En realidad el problema
queda para el Partido Popular, a menos que los asesores de Obama continúen
haciendo milagros con Rubalcaba. Hay que finiquitar las Diputaciones , agrupar
municipios que son pedanías de sí mismos y poner va dieta a las autonomías.
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