Cabe la posibilidad que nuestros titulares de Interior y los
responsables de la Policía sean tan desprolijos como sus colegas noruegos, que
ni saben contar los muertos, y que Rubalcaba y Camacho no sabían que hacían sus
inmediatos colaboradores. En ésta España todo es posible menos una cosa: que el
candidato socialista tenga siquiera que declarar sobre el aviso en el “ Faisán
“. Los periodistas tenemos un cuadernillo con los jueces de los
principales ámbitos y sus afinidades políticas, y podemos adelantar las sentencias y providencias como si
fuéramos augures. No nos desmayaremos de sorpresa cuando el pleno de la
Audiencia Nacional le quite el sabroso pájaro al juez Ruz, para dárselo a un
colega de Irún que ya no podrá mandar a la cárcel a García Hidalgo, Pamiés y
Ballesteros. Antes absuelven de sus tres causas a Baltasar Garzón para
devolverle el juzgado en el que le suple Ruz. Eso de que para colaborar con
banda armada hay que asumir la ideología de los bandoleros es una de las piruetas mentales a que nos tiene acostumbrados éste Fiscal General del Estado (socialista)
. Se puede colaborar si lo manda el ministro por un presunto bien superior. O
por no entorpecer una negociación
política, como ha sido el caso. No hace falta ser etarra para hacerle un favor a los
encapuchados. La Justicia es un servicio
público que pagamos con nuestros
impuestos y no hay que ensalzarla o
execrarla: o funciona o no, como una línea de autobuses. Y la nuestra tiene más
agujeros que la bandera de Nápoles. Es raro
que los indignados del 15-M pidan otra Ley Electoral y olviden una Justicia independiente. Será porque saben que
éste cambalache no tiene remedio.
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