Aspirantes a dictadores sanguinarios de toda laya siempre se lavan
en el aguamanil de la Historia. Tras el “Putsch “ de la cervecería muniquesa,
en Noviembre de 1923, la catatónica
República de Weimar condenó a cinco años a Adolf Hitler y lo liberó a
los nueve meses. El enfático alegato de Hitler ante su tribunal se tituló “La Historia me absolverá “. El iniciático
asalto castrista al Cuartel de Moncada no fue una heroicidad sino una estupidez
en la que murieron soldados cubanos inocentes. Cuando juzgaron a Fidel durmió a
los jueces con su oratoria y encabezó su defensa con el relamido: “La Historia
me absolverá “. Si luego en Sierra Maestra leía las obras completas de José
Antonio Primo de Rivera, no es de extrañar que antes hubiera repasado al cabo austríaco. Para
variar, Arnaldo Otegi escribe en el
boletín etarra “ Gara “ que “ La Historia nos absolverá “. Todos
hijos de la misma loba acogiéndose a indulgencias plenarias como si la
Historia fuera un concesionario. Hoy degüello pero mañana me confieso. Con
mucha suerte la Historia nos dirá si Otegi era o no el chófer en el fallido
secuestro del padre de la Constitución, Gabriel Cisneros, que se libró con un
tiro por la espalda. A quién la Historia condenará en duros términos es a ésta
pléyade de juristas-zapatistas que van a llevar ETA al Congreso (SORTU)
Cuando ya campean en Diputaciones y alcaldías. Con el grupo parlamentario etarra el PSOE anudará más intercambio de favores que con el PNV. Los presos eran un
obstáculo pero ya los ponen en la calle para que se fuguen solos. ETA está
reconociendo su triunfo, y tiene razón. Pero la Historia tiene memoria de
elefante y nos va a juzgar a todos a trompazos.
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