25/7/11

EL HUEVO DE LA SERPIENTE (25-7-2011)

Hitler ocupó en pocos días Noruega, desde Oslo a Narvik, anticipándose a un desembarco inglés que sólo alcanzó a evacuar a la familia real, y colocó en el poder al doctor Quisling. La guerra fue apacible para los noruegos: la resistencia, heroica, no pasó de testimonial, y parte de la sociedad albergó veladas simpatías por Alemania y por ésa bisutería de la raza nórdica y otras distracciones nazis. Quisling  fue ahorcado por traición pero quedó ése poso en toda Escandinavia. En Suecia, Olof Palme fue asesinado por la ultraderecha policial y Steve Larsson en su trilogía  “ Millenium  “ describe el trasfondo neonazi de la nata de la sociedad sueca. En Finlandia todo lo que sea  antisoviético tiene su acomodo por el pillaje territorial del estalinismo, al igual que en las tres repúblicas bálticas. La extrema derecha austríaca no es un gropúsculo  de nostálgicos, y su equivalente  danesa ha forzado que el país  abandone  el Tratado de Schegen y la libre circulación  europea. En Francia  son el tercer partido y en Italia  La Padania  es un vivero. Pareciera que la extrema derecha, o derecha extrema como los socialistas descerebrados nominan al PP, sólo está ausente en el Reino Unido y en la península ibérica. El malestar de la cultura  tiende a la barbarie y a la Cabalgata de las Walkirias. Suecia comenzó  trasquilando su Estado de Bienestar, hemos seguido los demás y la penetración del islamismo y la inmigración acaban en racismo, xenofobia y un decimonónico nacionalismo romántico. Y si en Alemania no se descascarilla  el huevo de la serpiente es por la dura legislación antinazi. Además de pensar en Grecia, la Unión Europea  debería reflexionar sobre el regreso de los nacionalismos bárbaros, sean el noruego o el vasco, porque el de Oslo no está solo.

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