Cuentan amigos de la zona
húmeda de León que una noche le arrojaron a Zapatero una cerveza por la cabeza
y quedó impávido sin mover una ceja. Lo interpreto a su favor como estoicismo
aunque también podría ser la falta de reacciones de un abúlico leptosomático.
El partido le instaló en una casa en las afueras nobles de Madrid y llegando a ella, con Sonsoles y las nenas
aún en la provincia, metió el pan en el
microondas y atendió una llamada telefónica en otra habitación. Será verdad eso
de que los hombres somos incapaces de hacer dos cosas a la vez pero el caso es
que ardió el pan en el microondas pegando fuego a la cocina. Quizás de haberlo
sabido a su tiempo luego no le
hubiéramos votado, y él se excusa aduciendo que allá donde vive todo lo que
entra se desinfecta en el artefacto, menos las góticas. El terror a los
gérmenes es una rara afección mental, como la de Howard Hughes. Exordio
obligado porque el Zapatero de su última legislatura sólo es entendible desde
el psicoanálisis dado que siendo terco para reconocer los hechos practica al
tiempo una duda metódica que le conduce a la inacción. Eso podría ser
bipolar y recomendaría un examen
psiquiátrico de los candidatos a Presidente. Teniendo tal prurito por “
quedar bien “, o “por finalizar
bien “ , por no sentirse suspendido en el último examen llega al patetismo de emocionarse visiblemente
en la tribuna de oradores. El polígrafo francés del XIX, Louis Latzarus ,
escribía en “ La politique” que existe un arte para ascender al poder, y un
arte para caer del mismo. Un buen
Presidente del Consejo debe saber marcharse. Si se deja explotar hasta
última instancia, no volverá jamás al
poder.
El debate sobre el Estado de la
Nación es una mala copia del Estado de
la Unión que presenta el Presidente estadounidense al Congreso y el Senado.
Éste es serio; el nuestro una pamema mimética. Pero si Zapatero se estaba
despidiendo podía haber prescindido de papeles, datos, estadísticas gráficos y
haber encursado su ánimo dirigiéndose a
los españoles que más sufren y no estaban en la Carrera de San Jerónimo ni en
la indignación pública, incluso para
sostener que las grietas de España se deben a la constelación de los astros de
la que nadie tiene culpa, ni siquiera él. Nervioso y atacón, como un
primerizo, justificó sus desaguisados y
volvió con el sonajero de que Rajoy no aporta nada cuando son cientos las
propuestas del PP rechazadas, ignoradas o fagocitadas como cosa propia. Del
cinturón sanitario que urdió con los nacionalistas al “Perro del Hortelano“, en la sospecha que ZP no ha leído a Lope de Vega por lo mal que lo cita y se ha
quedado con el run-run . Tal como estamos, un Debate prescindible. Zapatero no
tuvo el valor de su compañero portugués Sócrates, ni tiene el cuajo de su
correligionario Papandreu en Grecia. Prefiere
que el malo de la película sea Rajoy y cada día que permanece más de mil
españoles pierden su empleo cayendo sobre sus anchas espaldas. De no ser por
ese padecimiento a los ciudadanos ya les
daría igual que convocara elecciones en Noviembre o apurara el cáliz hasta
Marzo. Quién soñó otro Camelot sólo preside sus propios reconcomios. En la
Tabla Redonda los caballeros hacen botellón y la Reina Ginebra es de cuota.
Estamos como el galán exclamando de
madrugada: “Ni se muere padre ni cenamos “. Tal cual, ésta política nos
degrada. El pan está ardiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario