Una madre y un hijo, ambos
en paro de larga duración y sin subsidios esperan el lanzamiento de su piso de
alquiler al no poder pagar la renta. Poderosa palabra “lanzamiento”, superior a
desahucio, que pincela el caos personal de los que son lanzados a la expulsión
social.
El hijo advierte a la
madre: “Ya no tenemos que comer”.
Madre: “Coge el loro y
fríelo”
.
Hijo: “¡Pero si no tenemos
aceite!”.
Madre: “Pues ponlo
hervido”.
Hijo: “Nos han cortado el
agua”.
Madre: “Mételo en el
horno”.
Hijo: “Tampoco tenemos
gas”.
Madre: “¡¡Electrocútalo!!!
Hijo: “Pero si también nos
han cortado la luz”.
El loro, angustiado, mira
al cielo y carraspea: “’ Alabado sea Dios. Seguiré votando PSOE!”.
La crisis que afecta a
Europa es la más grave desde la guerra mundial porque es inevitable que
destruya el porvenir de un par de generaciones, especialmente en Grecia,
Portugal y España. Entre los helenos lo más nuevo y conservado que va a quedar
será la Acrópolis de Atenas, y las autoridades sanitarias están escrutando el
sospechoso aumento del índice de suicidios. Cinco millones de parados en España
constituyen una cifra que resume estadísticamente el desastre, pero a ellos hay
que sumar el millón y medio de hogares, familias de varios miembros, que
carecen de ingreso alguno, público o privado, que no se sabe como subsisten
salvo que estén en la economía sumergida
o los comedores de Caritas, y los cientos de miles que están siendo expulsados
de sus casas hipotecadas o alquiladas y no tienen otra opción que la
generosidad de los parientes o la tinaja de Diógenes. Desde comienzos de años
se han producido 171 desahucios cada día. El procurador de los Tribunales.
Jordi Navarro, lazó a un hipotecado moroso que se dio un tiro en la cabeza ante
él. Otro saltó por el balcón y otro se colgó en una farola de la calle. El cero
absoluto es la pobreza extrema más desahucio. Los indignados se han arrojado
sobre esta presa de la que han hecho nueva bandera impidiendo momentáneamente
algunos lanzamientos, y a ver quien les amonesta o disuade. P. Rubalcaba hace
como el barón de Munchhausen, personaje de la literatura popular alemana
dieciochesca, que habiendo caído en un profundo pozo se extrajo a si mismo
tirándose de los cabellos hacia arriba, y que dio nombre a la enfermedad
neurológica del mentiroso compulsivo. En el caso del candidato sería izándose
de las barbas para seguir dándole pellizcos de monja a los banqueros como si
fuera lo que es: peronista congénito. La Dirección General de Trafico está empeñada en que los accidentes vitales
(1730 muertos en 2010) sean un drama nacional, y lo es porque no hay muerte más
banal. Las feministas y todos los políticamente correctos se espantan ante las
629 mujeres asesinadas por sus parejas en los últimos diez años, y debe ser así
porque matar a una mujer es destruir el vaso sagrado de la vida, arruina el
principio de que las mujeres y los niños primero, y acaba con la hombría de
bien y el honor varonil. De lo que no se habla es de los 3429 españoles que se
suicidaron en 2009, y subiendo en los dos pasados años, la mayoría varones, un
millar más que la carnicería del tráfico y a distancia sideral de la violencia
sexista. Es nuestra principal causa de muerte externa, no biológica, y la
Iglesia les entierra en sagrado porque han podido arrepentirse en un
irrecuperable segundo o haber obrado bajo trastorno mental. El suicidio es tabú
como el incesto y la antropofagia. Como en Grecia ¿cuántos se están suicidando
por un Gobierno-tapón que no abre perspectivas para seguir luchando?. La crisis
también es una familia mirando fijamente al loro pensando en comérselo crudo y
con plumas.
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