Felipe González tenía
gestos de agradecimiento para la oposición constructiva porque le convenía y
era mucho más “ largo ” que Zapatero. La actual dirigencia socialista, y más en
fase terminal, no da ni los buenos días cuando le tiendes la mano. Se supone
que entre civilizados los asuntos
nacionales convergen en consensos, pero si para el PSOE es un asunto de
Estado aislar como apestado al Partido
Popular condenándole a gobernar solo por mayoría absoluta, la ayuda comprensiva de la Oposición equivale a meter la mano en las fauces del
cocodrilo lagrimeante. Rubalcaba pide
colaboración a Mariano Rajoy antes de insultarle en un mitin
y propalar sedicentemente que el
PP estuvo en la trastienda del
descontrol de los controladores. El Gobierno se tiró desde el trampolín a una
piscina sin agua y ahora necesita más tiempo
de alarma para llenarla. El PP se equivocará si le dá más cuerda a Rubalcaba
y Blanco para que ordenen el
tráfico aéreo que han dislocado. La
trampa para osos es que se ha exacerbado
la inquina contra los controladores
como únicos responsables de una
larga incuria gubernamental, y la ira de los viajeros navideños
sin vuelo no se dirigiría contra AENA, la bruja administrativa de éste mal cuento. Prorrogar
el Estado de Alarma es el fracaso de
Zapatero y no se va a entender por qué lo tiene que avalar Rajoy. El PSOE cree
que el PP es Santa Bárbara y sólo se
acuerda de él cuando truena para luego olvidarse de la política de Estado y
regresar al sectarismo más roñoso. Que José Blanco, quién vuelve a ser
“Pepiño” , se saque los
controladores de sus bolsillos.
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