El pasado viernes
Itamaratí ( Exteriores de
Brasilia) reconocía Palestina, el Estado que nunca existió, sobre las fronteras
de 1967 de las que partió “La guerra de los seis días “ en que Israel
fulminó a Egipto, Jordania y Siria, ocupando Golán, Gaza, Cisjordania,
Jerusalén oriental y la península de Sinaí. Brasil no pisa el avispero porque
ésa es la demarcación que Israel quiere
con los palestinos. El
reconocimiento argentino es más enrevesado porque lo hace con el
Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, que gobierna Cisjordania, y, lógicamente, no
con la franja de Gaza sometida a la
organización terrorista Hammás, según calificación internacional. En
1992, Irán, con sicarios libaneses de
Hebdolá, voló la Embajada de Israel, y dos años después la AMIA, una mutualidad judeo-argentina, con 85 muertos entre ellos
la esposa del Embajador. La indagación
bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, musulmán no practicante de origen sirio, fue un sarcasmo judicial. Atacaron la segunda
comunidad judía tras Nueva York. Los
judíos argentinos no votan peronista pero sí la no menos numerosa colonia
sirio-libanesa ( “turcos”). Juan Domingo
Perón fue agregado militar en la Italia fascista y admirador de Mussolini. Protegió a lo más granado
del exilio SS y cuando el Mossad
secuestró Eichman, Argentina rompió
relaciones con Israel. Un velado antisemitismo
empaña el gran país austral y la
viuda Cristina Fernández necesita contar votos. Solo en clave electoral se
entiende éste embrollo de reconocer la
mitad de Palestina. Jeroglífico en el agua o alivio de luto.
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