En 1944 y en una apartada
calle de Londres, Anthony Burgess y su esposa fueron brutalizados por cuatro
soldados estadounidenses. La mujer, embarazada, fue violada consecutivamente
ante el marido, abortando tras la sádica paliza. Dieciocho años después,
Burgess escribió “La naranja mecánica”, popularizada en el cine por Stanley
Kubrick. Estas historias ciertas de manipulación y corrupción de los individuos
por sistemas sociopolíticos son viejísimas y universales, y a la vuelta de
cualquier esquina puedes ser Gabrielle Giffords o Pedro Alberto Cruz.
El detestable suceso de
Murcia ya se ha enfangado políticamente y conviene usar agua clara y
desinfectante. Por supuesto que quien sale en busca del ser humano con un puño
americano y en cuadrilla, es, ante todo, sujeto de insania. Pero en Murcia se
había creado desde la izquierda un caldo bacteriológico. El Presidente
murciano, Ramón Luis Valcárcel, ha hecho recortes presupuestarios necesarios y
requeridos por Rodríguez Zapatero. Por bastantes días la protesta sindical y
socialista ha sido desmesurada, con la asistencia de los candidatos del PSOE a
la región y la alcaldía capitalina. La apacible Murcia parecía un arrabal de
Paris en noche de revuelta, mientras el delegado del Gobierno se hacía llamar
andana. Se llegó al surrealismo de sostener que Cruz, consejero de Cultura y
Turismo, es sobrino de Valcárcel, para sumar el nepotismo. Además, para mayor
INRI, este hombre al que si le han partido la cara, de lo que tiene fama en
España es de liberal, abierto a todos y buen agitador de la cultura.
En democracia la extrema
derecha española llegó a tener un diputado. Aquí no se incuba el huevo de la
serpiente como en Holanda, Suecia o Francia, donde la dulce Marine Le Pen, más
de hierro oxidado que su padre, tiene el 14% de los votos en perspectiva. La
ultraderecha, ahora llamada “derecha extrema”, por pudor, carece de peso
sociológico, aunque los operadores del Nuevo Socialismo han dado por inflarla y
tenerla por infiltrada en el Partido Popular. Como sentenciaba don Manuel Azaña
“hay que tener mucho cuidado de poner en circulación una tontería en Madrid
porque arraiga mejor que las acacias”. El 99% de los asesinatos y vandalismos
“políticos” perpetrados en el postfranquismo han sido cometidos por la
ultraizquierda, desde ETA a los GRAPO, de los antisistema a las bandas
subarriales. La ultraderecha prácticamente se detuvo tras la atrocidad de los
abogados laboralistas de Atocha y se ha refugiado en las cloacas del futbol
como pretexto. La violencia no deja de tener un cierto parentesco con el miedo,
y lo que ha pasado en Murcia es que el PP opta a un 60% de los votos, y tras 16
años en la oposición el PSOE tiene mucha sed en su travesía del desierto. Para
Alberto Cruz, que lea el Talmud: “Es mejor figurar entre los perseguidos que
entre los perseguidores”. Lo que tiene que hacer Rubalcaba es que los
telediarios de Murcia no se parezcan a los de Túnez. La naranja mecánica ya la
pelamos en el 36.
No hay comentarios:
Publicar un comentario