Fuimos comentaristas en el
informativo nocturno de Tele/5 dirigido por Luis Mariñas. El gran profesional
malogrado tenía su corazón en el PSOE pero era la antítesis del dogmatismo y el
sectarismo y fue a buscar a Ana Botella sin conocerla para hacerla una
proposición indecente: hacer comentarios televisivos en directo siendo la
esposa del jefe de la Oposición. Todos lamentamos que la victoria de José María
Aznar nos privara del sentido común de Ana que prometió (y no cumplió) convidarnos
a merendar en el bunker de la Moncloa. Su ascenso a la alcaldía de Madrid tiene
más peso político que el nombramiento de algún ministro. Lisavetzsky, desde la
oposición socialista, cree que es “señora de…”, cuando, como su marido, es
abogada e inspectora fiscal por oposición. No se olvide que para ser recaudador
de tributos, como Cervantes, hay que tener mala leche. Como concejala conoce
las tripas de Madrid y se equivocan los que confunden su alegre buen carácter
con debilidad. La necesitará porque los socialistas la aborrecen
patológicamente tanto como a su marido.
Entrando a una recepción,
ante cámaras y mucha gente, se le cayó la falda. Se quedó en bragas hasta que
otras damas recompusieron el vestido. Para nada se amilanó y tenían que
sujetarla para que sus carcajadas no movieran más ropa. Sabe reírse de si
misma. Será una buena alcaldesa, sobre todo si no olvida a los madrileños
atribulados.
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