La Oposición acostumbra a
darse cien días de carencia para juzgar al nuevo Gobierno, porque hacen falta
tres meses para estudiar los expedientes y decidir sobre ellos. El equipo
económico (Guindos, Montoro y Bañez que tiene pocas armas en Trabajo) solo pide
noventa días para poner el empedrado de un nuevo reactor económico. Para
comenzar a sufrir, este viernes pueden congelarse los salarios de los
funcionarios ya recortados por Rodríguez Zapatero y ya empiezan a correr los
cien días de gracia que los Gobiernos utilizaban para solazarse y tirarle besos
a la ciudadanía, jamás para hacerla la puñeta. Esta situación es la contraria:
el Gobierno no tiene tiempo para
congraciarse con nadie y lo que le faltan son consejos de ministros para hacer
sufrir a sus votantes. No es eso tan cursi y tan falso de que “quien bien te
quiere te hará llorar” sino el entendimiento del dolor como principal
colaborador de la Medicina y sin el cual los galenos explorarían a ciegas. 2012
se dará por ganado y afortunado si el Gobierno aplica el electroshock y los
españoles aceptan insatisfechos pero esperanzados ciertas dosis de masoquismo.
Cualquiera que maneje un resumen de datos económicos sabe que el PSOE
(repensándose), los sindicatos, (pensando en sus subvenciones) y hasta los Indignados
(desaparecidos en combate) tienen que aportar paz social y no incendiar la
gasolinera averiada. Zapatero tuvo tres años de gracia para rascarse
rítmicamente las gónadas cortando las huríes de la alianza de civilizaciones.
El Presidente Rajoy necesita un año solo para evitar que nos rescaten. Y la
felicidad aun se hará esperar.
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