Amaiur pensaba enviar al
Rey a Rafael Larreina pensando que asusta menos por ser del Opus Dei, y
acabaron mandando a Mikel Errekondo, compañero de Urdangarin en la selección
nacional de balonmano. No se sabe que hubiera sido peor pero en las
instantáneas televisivas se advierte tanto la obsequiosidad del mameluco etarra
como la cara de mala leche del Rey que por múltiples motivos no está para
rigodones. No quiero apoyarme en el reglamentísmo para negar a Amaiur las comodidades de un grupo
parlamentario. En este Parlamento son incontables los partidos que no
alcanzando los requisitos reglamentados han logrado grupo por generosas
interpretaciones políticas. También el Tribunal Constitucional, descalificando
al Tribunal Supremo, legalizó esta nueva marca etarra contra los contundentes
“reglamentos” de la Guardia Civil y la Policía Nacional, en una decisión
inevitablemente política. Complace y clarifica que el Partido Popular, desde el
primer momento, indique claramente que cambia el rumbo y que la galaxia de ETA
solo puede esperar la letra de la ley y no componendas en el pasillo de los
pasos perdidos. Eso vale para Rosa Diez que, además, pide la fulminación de la
Embajada etarra en el Congreso. Gracias a Zapatero y al Constitucional son
diputados de la nación, pero no se les debe más respeto que el que les da Toni
Cantó (UPyD): “Les daré la mano cuando suelten la pistola”. Con Zapatero de
padrino estos hasta habrían tenido acceso a la comisión de secretos oficiales.
Las numerosas representaciones etarras de los últimos tiempos no van a recibir
un “Oscar” a la mejor película política. El rumbo ha cambiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario