El jeroglífico afgano no lo
descifraron ni Alejandro Magno ni Timuyin, alias Gengis Khan, ni la Reina Victoria y tampoco Breznev, ni
ahora la coalición liderada por EEUU. Afganistán ha sido siempre una pesadilla
secular para griegos, mongoles, ingleses, soviéticos y occidentales en general
por su feroz sentido de la independencia aunque no son naciones
cohesionadas sino tribus. Y en ese
mosaico tribal descollan los pastunes en el sur de Afganistán. Del empacho de las filtraciones de un becario
de la inteligencia estadounidense al dominio de la red: www.wikileaks.org.
faltan dos análisis esenciales: que Osama Ben Laden no es el hombre más peligroso del mundo y la
otra es el protagonismo pastún en ésta guerra. El mulhá Omar “ el tuerto ”, jefe de la insurgencia,
líder indiscutible, militar y religioso, de la mayoría pastún es el hombre más poderoso y peligroso del
mundo. No le preocupa el tiempo porque
su intención es hacer retroceder a Afganistán a 1.400 años con códigos tribales
que radicalizan al Corán hasta lo indecible. Se sabe que continúa en su feudo e
imparte órdenes a través de videoconferencia. Lo que se ignora es si todos lops
pastunes son talibanes o si todos los talibanes son pastunes, pero si pueblan
las dos fronteras con Pakistán. En el norte pakistaní los talibanes circulan en camiones a la luz
del día, se abastecen, se curan r se arman. El mayor peligro no reside en el
resultado de ésta guerra incierta sino en la desestabilización de un estado
nuclear como el de Islamabá. Ése
eventual suceso empalidecería la nuclearización de Irán. Eso explica el doble
juego de los militares pakistaníes. Durante la guerra contra la antigua URSS,
Arabia Saudí ponía el dinero, EEUU el armamento y Pakistán los hacía llegar a
los talibanes. Los contactos son antiguos y persisten…
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