Durante años me recitaron en
Buenos Aires que el peronismo era como
un circo abandonado: el dueño
(Perón ) se murió, el mago ( López Rega
) se fugó con la caja, la bailarina ( Isabelita ) se fue a España y las fieras (los peronistas ) estaban sueltas. Ésta
semana, mientras Libia se divide en sangre y fuego, en Tripolitania y la Cirenaica, el presidente
Zapatero ni sabe ni contesta en el Congreso porque es 23 de Febrero, a lo que parece una fiesta nacional. El Vicepresidente,
Rubalcaba, está en Roma, huyendo de un faisán
rabioso. Carme Chacón, Ministra de Defensa, que si no quiere usar aviones
militares cuenta con la agencia de viajes de la OTAN para fletar vuelos
comerciales, hace graciosos mohines sobre la posibilidad de suceder a ZP. La Ministra de Asuntos
Exteriores balbucea incoherencias acerca de un avión que espera papeleo en un aeropuerto
cercano a Trípoli, como si resguardara
un secreto de Estado. Mientras ésta banda de los cuatro se dedicaba al onanismo
psicológico, ALITALIA sacaba a Roma refugiados españoles, y la portuguesa
TAP, camino de Lisboa, dejaba en Madrid a otros tantos, Antonio Brufau, Presidente de REPSOL, una empresa privada,
repatriaba a 131 personas entre trabajadores propios, ajenos, becarios, monjas
y funcionarios de la Embajada que nunca existió. Lo peor de ZP es que no
tiene oficina de personal y hace ministro o embajador a cualquiera. Isidoro Alvárez y los
viajes de El Corte Inglés habrían
evacuado Libia en dos días, antes que
Trinidad Jiménez marchara de florero a San Petersburgo. El
bochornoso desprecio a los españoles atrapados en Libia es la cadaverina de un gobierno de
nomenklatura peronista.
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