La ministra Trinidad
Jiménez está sometida a una ducha
escocesa. Su colega y vicecanciller alemán la ha tratado con el manoseo
propio de Sarkozy, pero en metrosexual. Inútil estrategia de aproximación
indirecta porque tiene pareja y él está casado con un hombre. Peor lo está
pasando la doña recibiendo al Embajador marroquí, un Polisario renegado, o clamando en Bruselas
y Madrid que la teocracia alauita está haciendo reformas. Mohamed VI prometió acabar con los
años de plomo de su padre Hassan II. El Mazen ( núcleo real ) ha avanzado hacia
atrás alimentando con irredentismo territorial las necesidades
sociales. Pero ¿ qué va a decir la ministra si Marruecos está en lista de
espera para el incendio del Magreb ?. Mohamed
no es Ben Alí ni Mubarak; según
la genealogía que se gastan
desciende de Mahoma y es El Comendador
de los Creyentes. La cita de insatisfechos internautas para una insurgencia el próximo día 20 no
funcionará o será reprimida militarmente.
Si hubiera revolución en Rabat,
España temblaría desde Algeciras a Irún. Y si cayera
Argelia más nos valdría negociar con Putin y alargar hasta los Pirineos los
gaseoductos rusos. En ésta crisis impera el cinismo diplomático occidental y,
en concreto, la medrosidad europea que
reparte doctrina democrática y espera el triunfo de la represión a palos. Por
una vez no me sumo a las censuras a doña
Trini por su almibarado trato con el incómodo vecino del sur. No conecto Al
Jazzira para seguir la sangrienta algarada de El Cairo sino por ver si pasa
algo en Argel o en Rabat. Que nos quedemos como estamos.
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