“ Il Cavalieri “ no odia a
las mujeres, como suponen un millón de italianas en furia en “ Piazza il Popolo
“. Berlusconi es un mafioso de película de Vittorio de Sica, atrincherado en
las finanzas corruptas de socialismo de Bettino
Craxi, la burbuja inmobiliaria de su país, los medios de comunicación y
el soborno de policías y magistrados. Pero tiene alma de lo que fue: cantante
melodioso de crucero turístico. Es un erotómano, un lúbrico, un sicalíptico y,
ya llegado a cierta edad, en viejo verde
con añadidos capilares y la cara planchada, de esos que miran a las niñas en los parques y consumen Viagra para
infartarse. La vejez es un naufragio y pocos saben mantener la dignidad que
exige el último tramo. No es un misógino: es el artífice de un bunga´bunga, quizás delictuoso, para voyeurs con dentadura
postiza. Aristófanes llevó a la huelga amorosa a Lisístrata contra los
demagogos de la guerra. Canta el coro:
“No tendré ninguna relación con mi esposo o amante / Permaneceré intocable en
mi casa / No me entregaré / Y si él me obliga / Seré tan fría como el hielo y
no le moveré “.Es imposible encontrar un
italiano que admita haber votado a éste ujier de casa de mala nota, pero
siempre gana las elecciones. Las feministas italianas podrían emular a la heroína griega y juntar las rodillas
hasta que sus hipócritas parejas voten
otra cosa. Éste listísimo cantamañanas de alcoba no denigra a la mujer,
enlodaza y satiriza nuestra propia masculinidad. Acabará exiliándose, pero por
otras cosas, como Craxi; su disipación
sólo es la caricatura del pavoneado macho itálico, con la cola desflecada.
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