La Cámara Federal de
Apelaciones de Buenos Aires denegó por segunda vez -la primera fue el pasado 22
de julio- la petición del fiscal Julio César Strassera de nueva indagatoria a
los nueve miembros de las tres Juntas Militares argentinas. No deberán, por
tanto, comparecer en el juicio para ser interrogados hasta el penúltimo
capítulo del proceso, inmediatamente antes de las sentencias, en el que se les
preguntará si tienen algo que decir.
No parece probable que, tras
esta segunda negativa de la Cámara, el fiscal proceda a citarlos de oficio. Los
jueces camaristas estiman que, previamente a la vista oral de la causa, los ex
comandantes fueron suficientemente indagados, y que nada aportarían nuevos
interrogatorios.Por lo demás, la sesión del pasado lunes redondeó los últimos
testimonios sobre la fascinante supuesta relación del almirante Massera con la
dirección exiliada de los Montoneros. Massera, además de desarrollar desde la
Escuela de Mecánica de la Armada una represión feroz contra la guerrilla,
mantenía abierto un frente interno contra el presidente Videla, en el
permanente enfrentamiento histórico entre la Marina y el Ejército.
El almirante organizó en la
Embajada argentina en París un centro piloto servido por oficiales de su arma
-entre ellos, Astiz- para intoxicar informativamente a las redacciones europeas
achacando todos los horrores de la represión a Videla y al Ejército y dando a
entender que Massera era un militar populista y abierto a soluciones políticas.
Al tiempo, Massera, con rehenes montoneros en la Escuela de Mecánica, recibió
supuestamente dinero de los jefes guerrilleros Mario Firmenich y Vaca Narvaja
para garantizar sus vidas, y hasta mantuvo, al parecer, entrevistas personales
con ellos en París. Massera aspiraba a ser un nuevo Perón tras la caída de
Videla, y contaba con atraerse a parte del montonerismo que estaba masacrando
para propiciar su revolución
en la revolución.
El 'caso Holmberg'
El asesinato de la
diplomática Elena Holmberg está, en este supuesto, relacionado con las
conspiraciones europeas de Massera. Holmberg, destinada en la Embajada en
París, había advertido el trabajo político de los marinos del centro piloto y
los contactos de Massera con Firmenich y Narvaja. Cometió un gran error:
relatar sus sospechas a un grupo de amigos, del que trascendió mortalmente su
información. Reclamada desde Argentina, fue secuestrada, y su cadáver
encontrado en el Tigre, en el delta del Paraná.Una colaboradora de aquel centro
piloto en París, Raquel Agulla, amiga de Elena Holmberg, testificó ante el
tribunal cómo el chófer de la Agregaduría Naval en París admitió un día ante
ella haber transportado a Firmenich y Vaca Narvaja al hotel Intercontinental de
París para entrevistarse con Massera. La testigo relató asimismo todos los
terrores de la diplomática acerca de su futuro personal en razón de la
información que poseía sobre el almirante.
El diputado justicialista
Sobrino Aranda, exiliado en Europa durante la dictadura y acusado en anteriores
sesiones del juicio como eslabón entre Massera y la dirigencia montonera, negó
haber servido de nexo para tales entrevistas, pero reconoció que promovió
contactos entre el almirante y ex¡liados políticos para encontrar algún alivio
a la persecución contra insurgentes en el país.
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