En esta semana finalizará la presentación de testigos de cargo en
el juicio de Buenos Aires contra las tres primeras juntas militares argentinas
(1976-1982). La última semana de testificaciones se reanudó en la tarde de
ayer, y en la mañana de hoy los seis jueces de la Cámara de lo Criminal y Correccional
deberán haber decidido si los nueve triunviros procesados han de presentarse
ante la corte para testificar.
Durante toda esta
vista oral de juicio, los acusados -los tenientes generales Videla, Viola y
Galtieri; los almirantes Massera, Lambruschini y Anaya, y los brigadieres del
Aire Agosti, Graffigna y Lami Dozo- declinaron su derecho a comparecer en él,
siendo representados por sus letrados.El alto tribunal ya rechazó anteriormente
la petición del fiscal sobre la comparecencia de los acusados y, ante una
segunda petición, los seis jueces se reunieron el pasado jueves sin alcanzar
ningún acuerdo. Si volvieran a negar la petición de comparecencia formulada por
Strassera, éste, no obstante, podría citarlos de oficio. Si el fiscal no
quisiera forzar las cosas a este punto -un enfrentamiento moral con la corte-,
pudiera optar por convocar como testigos a los inferiores inmediatos de los
junteros para que expliquen las órdenes que recibieron durante la guerra sucia
contra la subversión.
Terminada la
recepción de testimonios orales, el próximo viernes se abrirá un receso de 15
días para que las defensas y la fiscalía elaboren sus alegatos finales. Tras el
alegato del fiscal, que obviamente será el primero y probablemente se extenderá
durante tres días, los defensores reclaman 10 días más de receso para preparar
sus dúplicas, aunque no se espera que la cámara atienda esta petición.
Escuchados los
alegatos, y tras un nuevo receso de tres días, serán citados los ex comandantes
para que el presidente de la cámara les pregunte uno a uno: "Si usted
tiene algo que decir, dígalo ahora". Tras este trámite y un nuevo
aplazamiento de 10 a 15 días, se abrirá la discusión sobre lo que habrán de
considerarse hechos probados en el juicio y, ya finalmente, el tribunal se
retirará a deliberar su fallo. Muy probablemente las sentencias serán públicas
en noviembre, tras las elecciones legislativas parciales que renovarán un
tercio de los diputados y senadores y significarán un test de aceptación o
rechazo hacia la Administración radical de Raul Alfonsín.
La impresión
recogida en miembros jurídicos y militares de Buenos Aires presupone que,
cuando menos, las dos primeras juntas presididas por Videla y Viola no
escaparán a penas muy severas, que podrían alcanzar la reclusión perpetua, y
que los triunviros de la última junta, presidida por Galtieri, podrían recibir
cierta clemencia en atención a su menor responsabilidad represiva -la guerrilla
ya estaba exterminada-, ya que tienen pendiente ante el Consejo Supremo de
Justicia Militar su partícular juicio castrense por haber organizado y perdido
la guerra de las Malvinas.
Un sector de las
fuerzas armadas estaría presionando al Gobierno para que, por lo menos, las
sentencias impuestas sean tales que no conlleven la degradación y la expulsión
infamante de los reos.
A este respecto,
Ricardo Molinas, titular de la Fiscalía Nacional de Investigaciones
Administrativas, ha declarado que "si en este país no hay justicia, si no
se aplican las penas que corresponden, la gente va a querer hacer la justicia
por su mano, y esa es una aventura que uno sabe dónde empieza pero no dónde
termina".
El juicio contra
las juntas va a tener una proyección histórica desconocida en el país, sólo
comparable con el juicio a los coroneles griegos que ya llevan doce años
presos". Durante las últimas 17 semanas las testificaciones depuestas a
instancias del fiscal -las defensas no han aportado testigos y se han limitado
a repreguntar, primero ciegamente y, a medida que pasaban los días, a guardar
silencio- han sido demoledoras para los acusados y cargadas de todas las dosis
de terror y degradación que contuvo la represión militar argentina. Tal fue
así, que el fiscal Strassera decidió renunciar a la presentación de más
testigos y dar por terminada esta seri ana la primera fase de la vista oral del
proceso.
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