La Confederación General del Trabajo (CGT) fuerza hoy su tercera
huelga general contra la política económica del Gobierno de Raúl Alfonsín. La
CGT ha ido perdiendo fuerza en sus convocatorias anteriores, y se espera
-incluso desde sectores significativos del peronismo- que la huelga general de
hoy alcance a menos del 50% de la población asalariada.Así también debe temerlo
la dirección de la CGT, por cuanto la huelga general ha sido devaluada a media
jornada, e incluso en algunos sectores industriales a paros de una hora por
cada turno. Desde diferentes frentes políticos se considera esta huelga como un
error y como una pataleta personal de Saúl Ubaldini, el menos desprestigiado de
los cuatro cosecretarios de la CGT unificada.
Un error, por
cuanto es masiva la aceptación popular del plan antiinflacionista del Gobierno,
del congelamiento de precios y salarios y de todos los sacrificios que conlleva
estrangular la hiperinflación. Los numerosos despidos que se están produciendo
en las empresas son achacados popularmente antes a la insolidaridad de la gran
patronal que a la complacencia del Gobierno.
Una pataleta
personal, por cuanto, en el cuadro de la descomposición peronista, Ubaldini estaba
perdiendo protagonismo a manos de Lorenzo Miguel, capo de los sindicatos de
obediencia justicialista, quien ha comenzado un firme acercamiento político
hacia Raúl Alfonsín.
Varios sindicatos
cegetistas han roto la disciplina de grupo, anunciando públicamente que no
secundarán la huelga, y hasta las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo -en
malísimas relaciones con el Gobierno- la han repudiado, condenando además a la
mafia burocrática que controla los gremíos y que no supo hacer huelgas
generales contra la dictadura militar que gobernaba el país hace 20 meses.
Obregón Cano,
condenado
Por otra parte,
se ha producido el primer contrabalanceo de las futuras sentencias a las tres
primeras Juntas Militares argentinas: un juez federal acaba de condenar a 10
años de prisión a Ricardo Obregón Cano por asociación ilíciIta como jefe del
Movimiento Montoneros.
Obregón Cano,
odontólogo de 66 años, casado y con cuatro hijos, perteneciente a la izquierda
peronista, fue elegido gobernador de Córdoba -la segunda provincia del país- en
las elecciones generales de 1973, que dieron el triunfo al peronismo bajo la
efímera presidencia del doctor Héctor Cámpora como delegado del general. Un año
después, y ante la sublevación de la policía cordobesa, que exigía su
destitución, el propio Domingo Perón, ya presidente, intervenía federalmente la
provincia. En agosto de 1974, Obregón Cano se autoexilió en México deviniendo
en el jefe ideológico de los montoneros, mientras Mario Eduardo Firmenich, en
el interior, se ocupaba de la dirección militar.
Obregón Cano
regresó al país el pasado año, siendo encarcelado de inmediato. Virmenich fue
extraditado por Brasil y espera en prisión su condena, que será, sin lugar a
dudas, aún más dura que la de Obregón. Al margen de la bondad o desacierto de
esta primera sentencia contra la izquierda subversiva, es cierto que facilitará
los próximos fallos judic iales contra la otra subversión: el terrorismo de
Estado militar.
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