8/8/85

Paz Estenssoro mantiene la cúpula militar boliviana y promete gobernar con autoridad (8-8-1985)

Víctor Paz Estenssoro juró el martes como presidente constitucional de la República de Bolivia con un discurso en el que prometió gobernar con autoridad y sin admitir la anarquía. Anunció que su Gobierno adoptará un tipo de cambio único y real y que recurrirá a los capitales extranjeros para nuevas exploraciones y mejoramientos de la producción petrolera y minera del país. La cúpula militar boliviana ha sido ratificada en sus cargos hasta fin de año, y se especula con que el ex presidente saliente, Hernán Siles Zuazo, pueda ser designado nuevo embajador de Bolivia en Uruguay.

Sólo tres jefes de Estado estuvieron presentes en la transmisión de poderes de Siles Zuazo a Paz Estenssoro: Raúl Alfonsín, por Argentina; Belisario Betancur, por Colombia, y Julio María Sanguinetti, por Uruguay. Resultó así ruidosa la ausencia del presidente peruano Alan García, a hora y media de vuelo entre Lima y La Paz, en la transmisión presidencial de un país hermano entre los hermanos: Bolivia no es otra cosa que el Alto Perú escindido en nación independiente por las maquinaciones de Simón Bolívar. Las intenciones de García de reactivar el Grupo Andino no empiezan precisamente con el mejor pie tras este abierto desaire al nuevo Gobierno de Víctor Paz.Durante los actos protocolares de transmisión del mando todas las miradas estaban puestas en Gonzalo Sánchez de Lozada, presidente del Senado y del Congreso de Diputados y senadores, confeso no hispanohablante -se educó y vivió en Estados Unidos sin que sus progenitores o tutores pusieran excesivo empeño en que dominara la lengua de su patria- y, más correctamente, macarrónico farfullador del español. La osadía que le permite su talento -no es un hombre trivial- le impulsó a pronunciar un discurso de ocasión y además poético. El presidente no hispanohablante del Congreso boliviano mencionó al churqui, un árbol de copa frondosa que crece en los fértiles valles de Taríja, como símbolo de la democracia boliviana, que también crece lenta pero segura y ampara a todos los ciudadanos. El problema consistió en que el presidente no hispanohablante se refirió al churqui corno al gran árbol símbolo del altiplano. Paz Estenssoro le miraba con odió. El presidente del Congreso no sólo parece ignorar el idioma oficial de su país sino su propia geografía, fauna y flora: en el altiplano no crecen árboles, y menos el churqui. Aunque Paz Estenssoro quiso rectificarle en un susurro, la megafonía del palacio legislativo amplificó perfectamente la reconvención presidencial: "Por favor, diga que el churqui es tarijeño".

No terminaron ahí las cosas. El presidente no hispanohablante del Congreso portaba la banda presidencial que impuso a Víctor Paz y la gran medalla del mariscal Sucre que debía imponer al vicepresidente, Julio Garrett.

Hizo lo correcto con Paz Estenssoro, pero dio posesión al vicepresidente olvidándose del gran colgajo. Garrett, tras ser investido jurídica pero no formalmente, comenzó a hacerle señas y guiños para que se quitara la medalla y se la impusiera. Gonzalo Sánchez de Lozada no entendía nada y, finalmente, a las voces, el vicepresidente Julio Garrett le espetó: "¡la medalla, que me falta la medalla!", entre las risas de todos los presentes.

Paz y Garrett, ya investidos, se trasladaron al lindero palacio Quemado para tomar juramento al Gabinete ministerial. Hubo que esperar, entre nervios y corridas de los funcionarios responsables del protocolo, por cuanto Guillermo Bedregal, ministro de Pla.neamiento y Coordinacion -precisamente- estaba en cama con gripe y no se quería levantar, aunque finalmente le trajeron a palacio. El ministro de Educación y, Cultura -también precisamente-, Enrique Ipiña, apareció en el último momento, ojeroso, demacrado, sin afeitar y sin corbata -le prestaron una para el juramento-, acabado de llegar por carretera desde la ciudad de Oruro, adonde había ido a visitar a su enfermo padre.

Despedida de Siles

Previamente, Hernán Siles Zuazo se despedía de la gobernación de su país con un discurso en el que recordó que durante su gestión nadie sufrió cárcel, persecución o exilio, que el Parlamento fue una trinchera para impedir la acción de su Gobierno, y que no menos enfrentamiento y falta de colaboración encontró entre la empresa privada y los sindicatos. Vino a proponer un gran pacto político y social para superar la crisis perpetua boliviana.El ya presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, pronunció un discurso de asunción plano y bien intencionado, en el que, acaso con la escasa convicción que delataban las inflexiones de su voz, prometió un cambio único y permanente de la moneda combatir la corrupción y el tráfico de droga, elevar el Producto Interior Bruto y el ingreso per cápita y distribuirlo con mayor justicia social. Los parlamentarios banzeristas presenciaron desde sus escaños la sesión de investidura con muestras de desagrado, abulia y desprecio.

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