La Policía Federal argentina
detuvo en la madrugada del sábado a Eduardo Ruffo, el hombre más buscado del
país, a su esposa y a otras cinco personas que le acompañaban en una quinta en
las afueras de Buenos Aires. Se les acusó, entre otros hechos criminales, de
haber inscrito como su hija a una niña cuya madre está desaparecida, y que ha
sido devuelta a su abuela, una argentina nacionalizada española. Ruffo está
considerado como el lugarteniente de Aníbal Gordon, ya detenido, al frente de
la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A).
A Ruffo se le relaciona con
Raúl Guglielminetti (detenido en España bajo petición argentina de extradición)
y con el general Otto Paladino (también detenido), ex director de la Secretaría
de Informaciones del Estado (SIDE) bajo la dictadura militar. Todos ellos
habían organizado la Triple A, responsable de un número indeterminado de
asesinatos y violaciones de los derechos humanos desde 1973. Durante los dos
últimos años, tanto a Ruffo como a Guglielminetti se les responsabiliza de
varios asesinatos y secuestros.La importancia de esta detención reside en que
la Triple A ha que dado descabezada y en que termina de probar la anunciada
decisión del Ministerio del, Interior argentino de perseguir, sin, desmayo a
sus integrantes.
Otro aspecto de la
detención, de Ruffo y su banda ha conmocionado hondamente a los argentinos: el
hallazgo de uno de los 182 niños desaparecidos durante la guerra sucia contra la subversión.
El 2 de abril de 1976,
Graciela Rutilo Artés, de 19 años, nacida en Perú , hija de un argentino de
origen español, fue soecuestrada en Oruro (Bolivia) junto a su marido y su hija
Carla Gracia, de nueve meses. La policía del entonces dictador boliviano, Hugo
Bánzer, entregó el matrimonio a sus colegas argentinos, teniéndose la certeza
de que el marido fue asesinado en el momento de la entrega fronteriza. Carla
quedó asilada en el orfelinato Villa Fátima, de La Paz.
El 25 de agosto de 1976, la
niña desaparece del orfelinato boliviano, para reaparecer a los pocos días en
el chupadero Automóviles Orletti, en la capital
federal argentina, donde el general Paladino, Gordon y Ruffo ocultaban a los
,desaparecidos en nombre de la Triple A y donde era torturada la madre de la
niña, aquélla dada ya por desaparecida y muerta.
Compromiso de Alfonsín
En 1977, Ruffo, cuya esposa
es estéril, adopta legalmente a Carla bajo el nombre de Gina Amanda Ruffo
Cordero. Matilde Artés, la abuela materna, se exilió en España,
nacionalizándose, y devino en la heroína de esta sórdida historia: peleó ante
las autoridades españolas y ante los organismos internacionales, habló con el
Rey de España y con el presidente Raúl Alfonsín cuando éste visitó Madrid:
"Tengo una nieta que también se llama Carla", le dijo, "y le
juro, señora, que buscaré a su nieta como si fuera la mía".
Hace un año, la abuela
regresó a la Argentina con su más preciada posesión: una huella de la planta
del pie de su nieta tomada al nacer. Las Abuelas de Plaza de Mayo admiten tener
noticias desde entonces de que Carla se encontraba en manos de uno de los
presuntos asesinos de sus padres.
El juez federal Fernando
Archimbal, ante las secuencias fotográficas, pruebas testimoniales, huellas de
los pies y hasta ante el innegable parecido físico entre la nieta y la abuela,
ordenó restituir su identidad a Carla y entregarla a la madre de su madre. El
juez, llorando, instruyó brevemente a la niña -ya cerca de los 10 años- sobre
su situación y la hizo fundirse en un abrazo con su abuela.
José Luis Messía, embajador
de España, dispuso habitaciones en nuestra representación diplomática, a
petición de Matilde Artés, quien, sin medios de vivienda propios en Buenos
Aires, necesitaba un lugar de privacidad para ella y su nieta en los primeros y
difíciles días del reencuentro.
La Prensa ha respetado las
instrucciones del juez, de las Abuelas de Plaza de Mayo y de los psiquiatras y
ha dejado en paz a una niña de 10 años a la que se debe explicar suavemente que
su padre fue, presumiblemente, el secuestrador,
torturador y asesino de sus padres.
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