Ante 50 periodistas extranjeros, que tuvieron que escribir sus
preguntas y sin derecho a repreguntas, el presidente peruano, Alan García,
ratificó su decisión de no someterse a los dictados del Fondo Monetario
Internacional (FMI). Matizó que el 10% de las exportaciones era un tope máximo
a los pagos del servicio de la deuda, pero que las entregas efectivas podrían
ser menores. "El 10%", dijo, "es una suma realista, posible,
pero máxima". García insistió en que "Perú es miembro del Fondo y
seguirá manteniéndose como tal, pero no aceptaremos condiciones de política
económica".
Sobre las medidas
económicas de emergencia y el cierre bancario, García fue hosco y hermético:
"Las medidas económicas", afirmó, "no se anuncian; se adoptan.
La fuga de divisas ya se produjo sin control cambiarío, así que un control
ahora no añadiría nada. En esta situacíón de emergencia se hace imprescindible
restringir el uso de las divisas a los fines que sean estrictamente
necesarios".Se le preguntó sobre sí el presidente argentino, Raúl
Alfónsín, cuyas medidas de economía de guerra comienzan a dar resultados en
Argentina, le había facilitado algún consejo. "Ninguno", contestó,
"pero estaría dispuesto a recibirlos". Se le interrogó sobre el
llamamiento de Fidel Castro para que cumpliera sus promesas de liberación na
cional. "Yo respondo ante el pueblo del Perú por el cumplimiento de mis
promesas, no ante ningún gobernante extranjero".
Representantes de
la Prensa anglosajona inquirieron sobre el futuro de las libertades
informativas en Perú -exquisita y hasta increiblemente respetadas por el
anterior presidente, Belaúnde Terry-, y Alan García fue tajante: "Serán
escrupulosamente respetadas, porque ésa es la prueba de la democracia desde la
cual se tiene poder moral para poder medir en qué otros sectores se práctica la
democracia y la revolución".
Alan García se
extendió sobre las democracías materiales, que garantizan el sustento físico,
pero impiden el libre examen, y las democracias formales y liberales, que
garantizan el voto periódico, indiferentes a la miseria del pueblo, señalando
que el APRA y su Gobierno buscan una conjunción de ambos sistemas.
El nuevo
presidente rechazó terminantemente un supuesto malestar entre las fuerzas
armadas peruanas por sus propuestas de reducción armamentística y su decisión
de rebajar sustancíalmente la compra de aviones Mirage 2000 en Francia, firmada
por la anterior Administración. "Nuestras propuestas y decisiones",
dijo, "no significan desarmar al Perú y dejarlo inerme o incapaz frente a
cualquier eventualidad".
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