Daniéle Sallenave escribe
una necesaria biografía de Simone de Beauvoir de la editorial Galaxia
Gutenberg. Fue una feminista cuando en los años cincuenta no se tenía muy claro
que significaba el término, y hoy tampoco no se sabe si tenían una sociología
propia o era simplemente la alumna y amante de Jean Paul Sartre. Éste la bautizó
como “el castor” por la fisonomía de su rostro y además de amarla e instruirla
en su filosofía le puso todos los cuernos del mundo. La Beauvoir se vengó
tras la muerte de su eterno amante con
un libro “La ceremonia del adiós” en el que relataba sus miserias, como buscaba
permanentemente el contacto con jovencitas mientras que le era imposible
controlar su incontinencia urinaria. Da igual ambos están enterrados en el
mismo cementerio en Paris.
“El segundo sexo”
promocionó a Simone de Beauvoir antes de tiempo. Era una época en donde la
derecha de Charles De Gaulle acababa de dar el voto a las mujeres y fue hasta 1985 donde las francesas pudieron abrir una cuenta corriente bancaria a
su nombre. Su lema:” No se nace mujer, se llega a serlo” fue muy discutido.
Francois Mauriac afirmó que lo sabía todo sobre la vagina de la autora, y
Albert Camus, que estaba en la línea del
existencialismo de Sartre y que le quitaría el Premio Nobel de Literatura
escribió acerca del libro de la Beauvoir que era un insulto al macho latino.
Ésta biografía la recupera
porque hasta en su Francia natal la habían olvidado después de haberse
constituido en un verdadero mito. Fue una mujer embroncada con el machismo
imperante pero entregada a un hombre como Jean Paul Sartre de quién
femeninamente no soportaba sus infidelidades. Era muy inteligente y en el
“Segundo Sexo” construyó un alegato contra la virilidad sin haberla comprendido
y fue cayendo no en una vindicación femenina sino en el llanto estéril por la
condición femenina. A su pesar no fue más allá que una compañera de las
aventuras políticas de Sartre trastabillando entre el maoísmo de China, Cuba con
sus revolucionarios y con el “Mayo francés”. Nunca tuvo un pensamiento político
fuera del que tuviera su mentor y amante. Se liberó como mujer llamándole de
todo a su maestro cuando se meaba frente
a sus alumnas adolescentes de filosofía.
“El segundo sexo” fue un
libro escrito entre los 50 y los 60; hoy en el mundo occidental y desarrollado las
mujeres tienen unos derechos jurídicos inalienables por mucho que quede aún por
desarrollarlos. La mujer ya no es el segundo sexo en las civilizaciones
desarrolladas: hoy existe el burka pero también la que fuera Consejera General de la Citroen, Madelaine Allbrigch, Condolezza Rice o Hillary Clinton por citar
sólo a las mujeres más poderosas del mundo como las últimas Secretarias de
Estado de EEUU, que no necesitan ser
arrastradas por ningún filósofo de
guardia.
Fue una mujer muy valiosa
que combinó la literatura, el ensayo y la militancia política. Despertó
intelectualmente con la II Guerra Mundial y la ocupación alemana de Francia. En
“Memorias de una joven formal” reconoce que Sartre correspondía al deseo cuando
sólo tenían quince años:”Era el doble en quién me rencontraba, llevada por la incandescencia de todas mis manías. Con él siempre podía
compartir todo. Cuando nos separamos la primera vez sabía que nunca más iba a
salir de mi vida”.
El aporte de la Beauvoir
consiste en que no solo se enfrenta al machismo sino al propio resentimiento de
la mujer ante los valores masculinos.
Albert Camus, que no la toleraba, debía haber entendido que sin renunciar a su
femineidad Simone de Beauvoir lamentaba no haber nacido hombre y ello le
provocaba la esquizofrenia de su vida y su obra, que la llevó junto a su pareja
a la intransigencia de justificar hasta el
sovietismo. Vivieron juntos pero en casas separadas y la gran feminista fue
feminoide expiando a las chicas que subían a visitar a Sartre. No logró dar con
las claves de la independencia sentimental y sexual de la mujer.
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