Henry Kissinger, a la sazón
Secretario de Estado de Richard Nixon, interrumpió un viaje oficial a la India,
so pretexto de hacer turismo privado y desapareció para diplomáticos y
periodistas. En realidad estaba viajando en un vuelo secreto hacia Pekín para
encontrarse con su homólogo Chou-en Lay para abrirle la puerta al gigante rojo
con gran disgusto de los soviéticos. Se sentaron junto a esas horribles
escupideras y los pañitos de ganchillo
sobre los posa brazos de los butacones con sus respectivos intérpretes a sus espaldas. Apenas finalizadas las
cortesías Kissinger interpeló a su anfitrión:”Usted ha pasado años estudiando y
fregando platos en Londres y habla mejor inglés que yo que nací en Alemania, ¿para
qué perder el tiempo con los intérpretes?”. El astuto Chou rió:”Mientras me van
traduciendo al chino tengo tiempo para meditar mis respuestas. Que se retiren
los intérpretes”. Pese al nacionalismo chino
tuvo la delicadeza de negociar con Kissinger directamente en inglés.
La pepona Leire Pajin nos dio en el Senado un breve recital de multilengüas cooficiales
como si fuera Empar Pineda aquella dirigente izquierdista que habla y escribe
correctamente español, catalán, euskera, gallego y valenciá, único caso que se
conozca. Como doña Leire tiende a enfatizar como una adolescente, parecía la niña del exorcista en un ataque de logomaquia. Somos un Estado
con bilingüismo en algunas Autonomía pero no somos multilingüistas. El español es la lengua común
en éste país y en algunas zonas cohabitan con otros idiomas minoritarios que son cooficiales por respeto a quienes los hablan y por
preservar una riqueza cultural irrenunciable. Pero llevar a las Cámaras las
torres de Babel es tan ridículo y caro, como Kissinger y Chounlay hablando con
traductores cuando ellos dominaban el inglés. Lo que no puede ser, no puede ser
además es imposible. ¿Se imaginan ustedes el galimatías que se puede producir
traduciendo simultáneamente del gallego
al euskera todo el paquete técnico-jurídico que conlleva la reforma del Código
Penal. Es sensato legislar nacionalmente en la lengua común. Hasta en las Asambleas autonómicas
se habla también español y no hacen falta traductores chinos. Un cuento chino.
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