6/5/10

LA INFANTE QUE ROMPIÓ LAS REGLAS (6-5-2010)

Los Borbones han sido siempre sicalípticos pero nada alcanzó al furor uterino de Isabel II, quizás debido que a la pobre la casaron con su primo Francisco de Asís de quién luego comento:”En nuestra noche de bodas llevaba más puntillas en su ropa interior que yo”. Matrimonio que amenazaba la tormenta de espadones que caminaban camino de la alcoba de la reina adolescente y regordeta. El general Serrano, que luego la derrocó, “El general bonito”, camino de las habitaciones de la reina se cruzaba con San Francisco de Asís y le susurraba:”Cabrón cabrón”. Asís le suplicaba a la Reina:”Mujer vale que se acueste contigo pero dile que no me insulte delante de los lacayos”. Isabel II comentó a su amante” como nunca se te afloja te nombro Márquez de Loja”. Su hijo Alfonso XII (la Restauración) entró en Madrid en un caballo blanco y entre el fervor del populacho. Un gañan se le acercó intentando agarrarle las bridas. Alfonso XII le interpeló:” Estais  muy contentos ¿verdad?”. “Si- contestó el palurdo-pero no tanto como cuando echamos a la puta de su madre”.

Hace 50 años falleció en Irún Eulalia de Borbón. El escritor José María Zavala publica en Plaza y Janes  la biografía de la más trágica y longeva de las infantas españolas. La retratada vivió 94 años y aportó una complicada trayectoria personal al convertirse en 1900 en la primera hija, hermana y tía de soberanos españoles que pidió y obtuvo una sentencia judicial de separación matrimonial. Nuestra Infanta Elena puede estar tranquila porque tiene un precedente. Eulalia, última hija de Isabel II tiene una paternidad discutible dada la condición homosexual de San Francisco de Asís, el de las puntillas, y el reguero de generales que frecuentaban las estancias de su madre. Los furores de Isabel II  llegaron  a  considerarse”  como  cuestión de Palacio”.

Se  ha querido encontrar semejanzas con Sisi de Austria. Quien tuvo muchos amores, pero su biografía  no es la que nos ha mostrado la cinematografía: más que de Francisco José estuvo enamorada de un príncipe húngaro, fue anoréxica, hacia horas de gimnasio diario y murió apuñalada por un serbio en un puente de Viena ya muy alejada de su marido que se murió antes de 1918 y ver derrumbarse el imperio austrohúngaro y su amor teatral con una chica alemana.

Eulalia  tuvo muchos amores. Fue una  feminista  ”avant la  lettre” y se volvió loca por Don Carlos de Braganza heredero del trono portugués. Hubieran sellado una alianza monárquica insospechada. El que llegó a ser Rey de Portugal estuvo siempre perdidamente enamorado  de Eulalia de Borbón cuando era Príncipe heredero pero quizás rompieron la relación porque ambos eran igualmente irrespetuosos.

Exiliada en Paris tuvo que emascular a su hijo y llevarlo atropelladamente  por las calles de la capital francesa antes de su muerte; no podía andar . La Gestapo no la molestó pero tampoco la ayudó a vivir. Pedía compulsivamente por cartas a su secretario y amigos alimentos porque  cayó en una miseria total. Era a  su secretario  a quién le rogaba a Barcelona que le enviara limones, harina, azúcar, miel y sobre todo leche condensada. Reclamó toda su vida su arcón de joyas que  el socialista Juan  Negrín  embarcó en el  yate “Vita” fletado para México para sostener al exilio republicano en América. No fue una republicana en el sentido estricto del término, sino que se negó tal como su madre a aceptar las reglas de juego, hipócritas, de palacio. No está muy bien vista su memoria por la Casa de Borbón porque siempre tuvieron claro que las reglas de su conducta las marcaba su matriz.

En su prolongada vejez sostuvo el disparate que Don Alfonso de Borbón y Carmencita Martínez-Bordiú Franco (“Mira  quién baila”) eran los genuinos herederos de la dinastía, y murió en la raya francesa casi en el exilio. Pudo ser Reina de Portugal, era bellísima, sin la nariz borbónica,  un mentón voluntarioso, y una figura espléndida. Pero era imposible que hubiera sido una reina libre. El palpitar de los muslos de su madre se lo impidió.

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