Los Borbones han sido
siempre sicalípticos pero nada alcanzó al furor uterino de Isabel II, quizás
debido que a la pobre la casaron con su primo Francisco de Asís de quién luego
comento:”En nuestra noche de bodas llevaba más puntillas en su ropa interior
que yo”. Matrimonio que amenazaba la tormenta de espadones que caminaban camino
de la alcoba de la reina adolescente y regordeta. El general Serrano, que luego
la derrocó, “El general bonito”, camino de las habitaciones de la reina se
cruzaba con San Francisco de Asís y le susurraba:”Cabrón cabrón”. Asís le
suplicaba a la Reina:”Mujer vale que se acueste contigo pero dile que no me
insulte delante de los lacayos”. Isabel II comentó a su amante” como nunca se
te afloja te nombro Márquez de Loja”. Su hijo Alfonso XII (la Restauración)
entró en Madrid en un caballo blanco y entre el fervor del populacho. Un gañan
se le acercó intentando agarrarle las bridas. Alfonso XII le interpeló:” Estais
muy contentos ¿verdad?”. “Si- contestó
el palurdo-pero no tanto como cuando echamos a la puta de su madre”.
Hace 50 años falleció en Irún Eulalia de
Borbón. El escritor José María Zavala publica en Plaza y Janes la biografía de la más trágica y longeva de
las infantas españolas. La retratada vivió 94 años y aportó una complicada
trayectoria personal al convertirse en 1900 en la primera hija, hermana y tía
de soberanos españoles que pidió y obtuvo una sentencia judicial de separación
matrimonial. Nuestra Infanta Elena puede estar tranquila porque tiene un
precedente. Eulalia, última hija de Isabel II tiene una paternidad discutible
dada la condición homosexual de San Francisco de Asís, el de las puntillas, y
el reguero de generales que frecuentaban las estancias de su madre. Los furores
de Isabel II llegaron a considerarse”
como
cuestión de Palacio”.
Se ha querido encontrar semejanzas con Sisi de
Austria. Quien tuvo muchos amores, pero su biografía no es la que nos ha mostrado la
cinematografía: más que de Francisco José estuvo enamorada de un príncipe húngaro,
fue anoréxica, hacia horas de gimnasio diario y murió apuñalada por un serbio
en un puente de Viena ya muy alejada de su marido que se murió antes de 1918 y
ver derrumbarse el imperio austrohúngaro y su amor teatral con una chica
alemana.
Eulalia
tuvo muchos amores. Fue una feminista
”avant la lettre” y se volvió loca por Don Carlos de
Braganza heredero del trono portugués. Hubieran sellado una alianza monárquica
insospechada. El que llegó a ser Rey de Portugal estuvo siempre perdidamente
enamorado de Eulalia de Borbón cuando
era Príncipe heredero pero quizás rompieron la relación porque ambos eran
igualmente irrespetuosos.
Exiliada en Paris tuvo que emascular a su
hijo y llevarlo atropelladamente por las
calles de la capital francesa antes de su muerte; no podía andar . La Gestapo
no la molestó pero tampoco la ayudó a vivir. Pedía compulsivamente por cartas a
su secretario y amigos alimentos porque
cayó en una miseria total. Era a
su secretario a quién le rogaba a
Barcelona que le enviara limones, harina, azúcar, miel y sobre todo leche
condensada. Reclamó toda su vida su arcón de joyas que el socialista Juan Negrín embarcó en el yate “Vita” fletado para México para sostener
al exilio republicano en América. No fue una republicana en el sentido estricto
del término, sino que se negó tal como su madre a aceptar las reglas de juego,
hipócritas, de palacio. No está muy bien vista su memoria por la Casa de Borbón
porque siempre tuvieron claro que las reglas de su conducta las marcaba su matriz.
En su prolongada vejez sostuvo el disparate
que Don Alfonso de Borbón y Carmencita Martínez-Bordiú Franco (“Mira quién baila”) eran los genuinos herederos de
la dinastía, y murió en la raya francesa casi en el exilio. Pudo ser Reina de
Portugal, era bellísima, sin la nariz borbónica, un mentón voluntarioso, y una figura
espléndida. Pero era imposible que hubiera sido una reina libre. El palpitar de
los muslos de su madre se lo impidió.
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