Siempre he tenido la socialdemocracia en la cabeza (la correcta
administración del capitalismo) y la cartera en el bolsillo derecho de la chaqueta.
Así he podido vivir mansamente con Oloff Palmer, asesinado en Estocolmo, una
noche al salir de un cine nocturno al que había acudido a pié y con su
esposa, con Willy Brandt, desertor del
nazismo bajo uniforme noruego, y el primer alemán que se arrodilló frente a las siniestras puertas de Auschwitz-Birkenau,
o el canciller austríaco Bruno
Kreisky antecesor de Karlf Popper.
Constituían un jardín de ética, estética y utopía europeas. Hoy ”El Gran Timonel”, sus muchachas con sus
mariachis son un regüeldo tras una mala cena socialista. Hay que tenerlos
cuadrados, rayados y de arrabio para proclamar una nueva izquierda que congela
las pensiones, rebaja en un 5% el sueldo de los funcionarios, vacía la ley de
dependencia mientras sufraga al colectivo de gays y lesbianas en Zimbawe o
cafetales en Afganistán. Ángela Merkel,
Barak Obama, o hasta el primer
ministro chino le están marcando el rumbo a éste formidable Capitán Araña que
no levantaba el culo ante el paso de la bandera estadounidense. Atropellando
los muebles, éste gran capitán del barco se está rectificando hasta de sí
mismo, pero demasiado tarde y mal. ¿Quién puede seguir votando socialista a
éste indocumentado botarate al frente de la empresa ?. No le hubieran
contratado ni para la gerencia de una
planta de residuos. Huele igual. Que Dios nos ampare porque peor
imposible.
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