El presidente radical Raúl
Ricardo Alfonsín me citó en el Hotel Panamericano donde tenía su cuartel
electoral para explicarme:”No puedo meter en la cárcel a todo el Ejército
Argentino, porque no se dejan. Pero sí voy a enjuiciar a las tres Juntas Militares
que nos hundieron en la miseria”. Llamó a Julio César Strassera, fiscal general
del Estado, quién durante la dictadura
había sido relegado a los juicios sobre robo de gallinas y fue apartado de la
desaparición de las personas. Strassera hizo un alegato que le podía costar la
vida mirándole a los ojos al temible Almirante Massera que lo tenía a escasos
metros. Moreno Ocampo fue su ayudante y acabó como presentador televisivo en Argentina. Alfonsín
envió a Strassera a Ginebra, como Embajador ante la ONU de los Derechos Humanos, para evitarle un atentado inminente por parte
de “la mano negra desocupada”. Baltasar Garzón me comentó que quería ir a ése
puesto pero que no podía solicitarlo
porque no dominaba el inglés, parece que
ya ha aprendido a hablarlo. El fiscal
Strassera se angustió con el suicidio
ritual de su única hija Carolina, en
Suiza, y en estos momentos sólo le interesa
mantener su bufete en Buenos Aires. El camino se le abrió a Garzón, a
quién sus amigos y deudores, le están
despejando un sendero de salvación. El
juez es amigo de Moreno Ocampo y está cercado en España por tres presuntos delitos de prevaricación. Como asesor del
Tribunal Penal Internacional Penal se
sentirá resguardado. Ya se siente el
Juez Universal mientras en España nos quedamos tocando el pito. No sabe
hacer sumarios pero es más listo que las ardillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario