La ministra Bibiana Aído
dijo al tomar posesión que se iba a dejar la piel en el cargo. Debió referirse
al cutis de sus congéneres, asesinadas como nunca desde que existe su
Ministerio. No en balde su padrino
Manuel Chávez advirtió que estaba muy verde. Y siendo su ineptitud acreditada
ha ideologizado la violencia doméstica como si fuera la lucha de clases,
patrocinando una igualdad mostrenca entre hombres y mujeres desiguales excepto
en sus posibilidades intelectuales y sus idénticos derechos. Ésta experta en
flamencología se ha quedado en Hipatia,
linchada por ser la primera gran matemática de la Historia. Obsesa del sexismo se ha dado
tanto a la divulgación del clítoris como al aborto de barra libre. Su
Ministerio debería ser de Ginecología. El oficio más antiguo del mundo no es el
de meretriz sino el de asesino. Desde Caín, los hombres seguirán matando pese
al 016 y las órdenes de alejamiento. Nuestra flamenca, si lee, debería
sumergirse en “El cerebro femenino” y “El cerebro masculino” de la doctora
Louann Brizendine, para entender que su reto precisa más pensamiento y menos
cháchara partidista. No toda la culpa es suya: el Ministerio de Igualdad es un
hervor mental del Presidente Zapatero y
ella ni sabe cuáles son sus competencias que
están en Justicia, Interior, Sanidad y Trabajo. A Aído le falta cambiar
una letra para ser una ópera. Bufa
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