El añorado Sabino Fernández
Campo, ex jefe de la Casa del Rey, era general de Intervención,
una dedicación castrense poco conocida, poblada de economistas e ingenieros, que
en caso de conflicto intervienen la industria y los transportes para maximizar
el esfuerzo de la guerra. Las cúpulas de las dos grandes centrales sindicales
parecen conocer eso de la Intervención que, por decreto o por apéndice nasal,
resulta bastante fácil. Como estos estrategas de opereta anunciaron la huelga
con meses de anticipación, las industrias acumularon “stocks “ y el
29-S cerraron por prudencia. Se concetraron
en bloquear los grandes núcleos de distribución de alimentos como
Mercamadrid y Mercabarna. En los
suburbanos hubo más policías que piqueteros y el sindicato de conductores del Metro, no
secundó la algarabía, así es que se cebaron con los autobuses regando en las cocheras de la EMT, patatas
con púas para pinchar los neumáticos. Hace falta un poco más para dar la
sensación que un país se ha paralizado, pero en el aeropuerto de Barajas
volaron más aviones que los previstos en los mínimos. Como estos sindicatos
siguen siendo de clase, sólo se ocupan en molestar a los obreros.
Es en Barcelona donde han cometido el
error de permitir que se les sumen a sus filas,
okupas y antisistemas, abriéndole
el sitio al vandalismo. La coacción y el
amedrentamiento han sido la norma de los piquetes informativos, de la obsolencia ya empienzan a avergonzarse, porque un líder sindical nos ha ilustrado
diciéndonos que son “piquetes convencitivos”, adjetivo que no existe en
español. Azorín recibía jóvenes preguntando que debían leer para ser
escritores, y siempre les contestaba:”El diccionario “. Pues eso. Los grandes
amadores, no sé si con humor o cinismo, estipulan que “violencia, ni en la cama
“, y en Portugal, Irlanda, Grecia, Polonia, Letonia y en eurobarrio de Bruselas
han coincidido manifestaciones contra
los recortes sociales sin la agresividad y el rencor social que exudan UGT y CCOO, primos hermanos del actual
Gobierno de las tardías tijeras.
La guerra de cifras sobre el seguimiento
de la huelga son absurdas, con horquillas que se separan hasta en un 60%.
Méndez no sé si frecuenta restaurantes de cinco tenedores, ni importa si le
convidan, pero asegura que los nueve kilómetros y medio que lo separan desde su
domicilio de la sede de UGT los hace andando cada día y en una hora, lo que es
metafísicamente imposible, a menos que los haga en patines, y el trostkista
Toxo puede gastar su dinero en la horterada de un crucero de lujo, pero su
comportamiento público es manifestante
mejorable. Ambos han estado poco exultantes anunciando el éxito sin precedente
de su huelga a palos, pero el consumo de electricidad es inexorable. De las 9
huelgas generales desde 1997, éste ha sido el que menos lo ha derrumbado, más
de un 10% menos que la de 2002 contra el demonizado Aznar. A ZP sólo le gana en
falta de megavaltios su correligionario Felipe González. Dirán que la derecha,
aún en paro general, derrocha la luz.
La huelga general es un revólver con una
sola bala y lleva tiempo recargarlo. No se pueden repetir cada mes, así que
tras disparar su carabina Ambrosio; Méndez y Toxo deben volver a Moncloa con
las orejas gachas. ZP es como esos gallegos que no se sabe si suben o bajan,
pero que retire la Ley de Relaciones Laborales es técnicamente imposible aunque
en política abundan los milagros laicos. Les queda pelear la Reforma de las
Pensiones, pero con la boca chica, no solo porque ya han gastado su arma en
salvas perjudicando económicamente a la Nación, sino que fueron compañeros de
viaje con éste Gobierno que inició negando la crisis, mintiendo en las pasadas
elecciones generales y bajo presión internacional accedió tarde y mal a
recortes presupuestarios. Méndez fue su consejero aúlico de éste ígnaro Presidente. Estos
sindicatos pueden hacer de la necesidad
virtud dejando de ser correa de trasmisión del socialismo: renunciando a buena
parte de sus abultadas subvenciones estatales, ajustando la legión de liberados
sindicales a lo que marca la ley, dejando de ampararse en un decreto de
1977-preconstitucional-aceptando una ley de huelga y abominando de los piquetes
que son el perro del hortelano. Pero así no será.
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