Los políticos acostumbran a
ser infieles con sus votantes, y, éstos se consuelan castigando en las urnas a
los poderosos. Sin duda resulta injusto pero Trinidad Jiménez no puede con
Madrid, contra el lema” “obamiano” que ha usado en su última campaña electoral.
También perdedora ante su primo Alberto Ruíz Gallardón por el Ayuntamiento de
Madrid, sienta plaza de planta-votos . Nunca ha ganado unas elecciones y no la
hace grata que su íntimo amigo José Luis Rodríguez Zapatero la rescate de cada costalada con una
Secretaría de Estado o un Ministerio, para que gestione bien una gripe que
nunca existió. Si prosigue perdiendo
comicios llegará a Presidenta del
Gobierno. Sus asesores de imagen son sus
enemigos, porque todo lo dan a “la
chupa”, su golpe de melena, la sempiterna sonrisa, el dulce acento
malagueño y el “to er mundo es gueno”
Almíbar de buenismo. Si no
hubiera sido impuesta por ZP y dimitido como Ministra de Sanidad y Política, habría tenido posibilidades ante un Tomás Gómez ninguneado por la dirección socialista. El
Síndrome de la Moncloa es una leyenda urbana, pero si es cierto que en el Salón
de las Columnas, desierto a últimas horas de la tarde, parece el cuarto de
estar de la Familia Adams y seguro que debe suscitar alucinaciones al inquilino.
El Presidente se ha liado con las encuestas
sobre la confrontación con Esperanza Aguirre, confundiéndolas con los sondeos del socialismo madrileño, divididos y
agraviados desde tiempo inmemorial, además de cohesionar a 18.000 personas, que
tampoco es un trabajo de romanos ZP tampoco puede.
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