Empieza a resultar difícil considerar la provincia de Guipúzcoa como bajo administración de la Comunidad Vasca y
española. Bildu regenta ayuntamientos,
la Alcaldía de San Sebastián y la Diputación
Foral. En términos militares eso supondría una brecha abierta a borbotones en
el frente vasco. PP y PSOE sabrán por qué en la Diputación no han llegado a un acuerdo de “salvación nacional “ para no abandonar la plaza a los
radicalistas independentistas, mientras el PNV ha arropado a sus hijos
díscolos, como siempre. A menos que mientan los informes de los Servicios
Secretos, la Guardia Civil y la Policía Nacional, Bildu es el brazo político de ETA, mal que le pese a
Pascual Sala y sus ilustres colegas del Tribunal Constitucional. La estrategia
de Zapatero para acabar con ETA, anterior a su llegada al Gobierno, se va aclarando:
entregarles poder político territorial a
cambio de un terrorismo sólo latente, porque ETA se disolverá mediante la
acción policial, la independencia de lo que llaman Euskalerría o cuando las
ranas críen pelo. Formaciones políticas neonazis o neofascitas serían perseguidos y condenadas al ostracismo en cuanto contaran
con un mínimo potencial de votos, aunque no estuvieran manchadas por una gota
de sangre. Incluso es delito negar el Holocausto, la Soha. Bildu arría la bandera española, veta escoltas de concejales
objetivamente amenazados, exhibe en los Ayuntamientos la iconografía de los
asesinos, los exalta apologéticamente en actos públicos y prohibirá los toros.
Merece la pena asesinar a más de 900 españoles. En la política vasca el Presidente
y sus mayordomos llevan ocho años
traicionando a los españoles hasta lograr que una provincia se descuelgue del
mapa español.
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