La mayoría de las
repúblicas americanas son
presidencialistas por influencia estadounidense. Por la misma causa Congresos y
Senados se renuevan parcialmente hacia
la mitad del mandato presidencial solapándose así unas legislaturas con otras.
En la tesis que la democracia no es sólo
votar cada tantos años éstas legislativas parciales permiten conocer el grado de aceptación de la
política presidencial entre los ciudadanos .Es una excelente fórmula de
respaldo o desafección al Gobierno que ya quisiéramos poder importar aquí.
Constitucionalmente erramos llamando Presidente de Gobierno a quién
deberíamos denominar Primer Ministro. En
los recovecos del cráneo eso de
Presidente nos suena a elección directa, y los que lo son acaban creyéndoselo,
cuando son investidos indirectamente por
una mayoría de las Cortes. El equívoco
da para que todos nuestros Presidentes
hayan sido recibidos alguna vez y en alguna
parte como Primeros mandatorios de la República Española. Obama sólo
está sujeto a renuncia o a un “Impeachment
“ y puede seguir en la Casa Blanca con
las Cámaras en contra. Es el Presidente elegido personalmente por sus votantes
y es reverenciado.
José Luis Rodríguez Zapatero tiene
legitimidad de origen, aunque si es sensible padecerá pesadillas por haber
llegado contra todo pronóstico a La
Moncloa tras una marea de sangre preelectoral que volteó los sondeos de
opinión. Explican sus jenízaros que su primera legislatura estuvo preñada por
la bomba de retardo de la metástasis
inmobiliaria y las hipotecas basuras de la Banca. En cuatro años le sobró
tiempo para escuchar el tic-tac y proveer las medidas necesarias para desplegar
un colchón evitando que se nos cayeran
los ladrillos encima y que los Bancos devinieran en inmobiliarias sembrando el
sufrimiento de los deshaucios. No lo hizo y dedicó sus esfuerzos a la paridad, la ideología de
género, la ingeniería social y la absolución de la derrota republicana. Fuegos
chinos de artificio con los que creyó hacer felices a los españoles y…. hasta
la tiña ha vuelto a los colegios. En su segundo mandato persistió en negar la
crisis financiera internacional calificándola de leve desaceleración y asegurando que no nos afectaría y que nuestra
Banca era la más sólida del mundo.
Todavía hoy sigue sin cumplir los deberes que no quiere hacer mientras va
sumando más de un 20% de paro y los mercados internacionales y nuestros socios
europeos comienzan a cansarse de su increíble pachorra. Su política
internacional es inexistente, y en la territorial ha metido a la ETA en los
Ayuntamientos vascos para compensar a los terroristas de tan prolongados
esfuerzos. Éste es de los que se meten en la jaula del león para enseñarle
modales en la mesa.
Zapatero, el de la
legitimidad de origen, carece desde hace tiempo de legitimidad de ejercicio. No
sirve para el cargo, es incompetente en todas las materias, es hamletiano,
lleva la calavera y recita “to be, or
not to be”, y eso es la muerte para una
nación que no debe ser dirigida por alguien tan intelectual como un campeón de bolera. Sólo se lo puede destituir
mediante una moción de censura que hacen imposible (precisamente) los partidos nacionalistas que
cuando votan van al mercado. A la ilegitimidad de ejercicio se suma algo más
poderoso: las recientes municipales y autonómicas, que no son unas legislativas
parciales a la americana, pero tan demostrativas que, trasladadas a unas
generales, el PSOE no tendría diputados para investir a Zapatero ni con el
socorro interesado de todas nuestras nacionalidades juntas. Ha sido de
vergüenza ajena la entrada a las Cortes de una astrosa reforma laboral tirando
de chequera política para amansar a nacionalistas vascos y catalanes. Zapatero se encuentra enroquado en la
ilegitimidad moral. Recuerda la angustiosa e innecesaria resistencia de Richard
Nixon para impedir su ”impeachment”
acabando en una dimisión abyecta
que ofreció a cambio de su impunidad. El ectoplasma de La Moncloa tampoco tendrá legitimidad histórica. Pasará a los libros, sí, pero como Fray
Gerundio de Campazas, alias Zotes, que también era de León.
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