19/6/11

INDIGNACIÓN PARA TODOS (19-6-2011)

En fecha tan cerca como en 1946 las hordas entraron al Palacio Quemado, de La Paz, sacaron al Presidente constitucional, Mayor Gualberto Villarroel, ahorcándole en la primera farola que,  encontraron,  y  hoy ostenta en su base una placa recordatoria como si se debiera    conmemorar tamaña forma de destitución democrática.  Confieso que tras muchos años de vivir  en Iberoamérica donde los desmanes forman parte del  paisaje  soy escéptico ante el poder real de las  turbamultas.  Los indignados, nacidos en la Puerta del Sol, han mutado en bárbaros yendo de la algarabía a la algarada. Rubalcaba queda como huevón porque como el asno de Buridan muere de hambre entre la paja y el heno. Como Ministro de Interior debía haberlos desalojado cuando se lo ordenó la Justicia electoral, pero como candidato  “ in pectore “ necesita una imagen seráfica. Acceder al Parlamento  de Cataluña en helicóptero tampoco es usual, pero huevones son Artur Más y su Conseller de Interior mandando a los Mossos D´Esquadra despejar con gas y cañones de agua. No hace falta hacer una matanza árabe para disolver una multitud.” Los indignados  “ no tienen recorrido y menos a la puerta de unas elecciones generales en  que han decidido no votar. Históricamente  estos movimientos nacen en la calle  y  terminan en la calzada. El Estado está blindado, y con los sindicatos dentro de la fortaleza. Para avanzar necesitarían el respaldo  de las Fuerzas Armadas o de las masas obreras, y eso es pensamiento mágico. Ni siquiera somos Grecia, y los bienintencionados, hoy mal encarados, tienen menos futuro que Bin Laden. Lo que han logrado es que la clase política se indigne, pagada de sí misma y  acostumbrada al maltrato. Ignoran los  vándalos que en política es más importante ganar adhesiones que asaltar el Palacio de Invierno. Más indignados estaban los Generales Armada, Milans del Bosch, Tejero y ellos fueron impotentes.  Éstos no pasan de un izquierdoso “ Tea Party a la española “. Los rancios Sartre y Beavoir ya no les valen. Necesitarían un Bertrand Russell. Un agitador, pero no los hay. E intelectualmente los pobres han pasado de la santa indignación a la mala leche.

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