5/6/11

EL GRAN PEPINAZO (5-6-2011)

Enredados en sesudas cavilaciones sobre la enésima reorganización del PSOE la crisis de la cucurbitácea nos ha descubierto cruelmente en la segunda  división europea. Para los euroburócratas de Bruselas “ pigs “ ( cerdos  )  son naciones gravosas, gamberras y sin solvencia contable, tales como Grecia, Irlanda, y luego Portugal. España era la cuarta para entrar  en la cochiquera, y en el filo estamos. Nos ha puesto en sitio la senadora-ministra de la ciudad autónoma de Hamburgo declarando al mundo que la bacteria  asesina del pepino era española. Cuando se infecte el yogurt señalarán  a Grecia, el virus de la patata lo achacarán a Irlanda y los parásitos del bacalao a Portugal. El batallón  de los pobres y desorganizados  no tiene credibilidad. En una semana  la rubia hamburguesa se ha desdecido sin pedir disculpas y cuando la alarma ha cundido de Rusia a EEUU. Del Presidente sólo  se sabe que su fantasma vaga  en la noche por el Salón de las Columnas de La Moncloa. El Vicepresidente Rubalcaba está ocupado con su candidatura. En Sanidad Leire Pajín ha engolado la voz pero no ha tomado el avión a Alemania a poner las gónadas que presume tener. La pobre Rosa Aguilar, que  ni es ministra de Agricultura, ha ido al Parlamento Europeo como una monja llorosa. Nunca supuse que echaríamos de menos  a María Teresa Fernández de la Vega. La desaparición de nuestro Gobierno ha consumado un daño irreversible; no es la pérdida de tantos millones de euros sino que se ha acabado la campaña hortofrutícola y la confianza del mercado. Reclamaremos al maestro armero porque Alemania no pagará indemnizaciones porque ya reparte demasiado dinero entre los “pigs“ y la Comisión Europea no la obligará a ello, como ya ha hecho otras veces.  Los belgas llevan  un año sin Gobierno pero al menos atienden la agenda. Aquí seguimos en la estratosfera de las grandes ocurrencias como la Ley de Igualdad. Dicho en jerga popular nos han dado por donde amargan los pepinos. Las aventuras de la cucurbitácea retratan la miseria cerdosa en que nos ha dejado caer estos panaderos de la felicidad universal. Nos importa un pepino.

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