Fue profética la madre de los
Pagazaurzundúa al suponer que Patxi López diría y haría cosas que nos helarían
la sangre. El Lehendakari vasco, un funcionario del socialismo vasco de quién
se desconocen otras aptitudes que la de la conspiración interna ha entrado en
agitación permanente desde que ETA ha anunciado su creencia en el quinto
mandamiento de la Ley de Dios. Ha llorado desconsoladamente, ha enunciado una
nueva era para España, ha recibido a los hombres de Bildu como a los
palafreneros de la paz perpetua de Kant y ha reconocido a Zapatero poco menos como que hijo ungénito
de Aitor y Amaya. Ahora en un triple salto mortal que nadie le ha pedido condena
los excesos policiales sobre los asesinos en cuadrilla que nos han acongojado
durante cincuenta años. Tiene razón López: los hubo, y algunos horribles, y
prácticamente todos de inspiración socialista y cuando el hoy Lehendekari
andaba por la cercanía de tan atroces sucesos. Hubo un tiempo en que los socialistas se volvieron locos y, desde el
Gobierno, acabaron metiendo a la gente en cal viva. Aunque solo fuera
políticamente Patxi López debería
condenarse a si mismo, y lo hará si le conviene porque éste helador de la
sangre lo viene dando todo a una paz zarrapastrosa con ETA desde que traicionó
a Nicolás Redondo por orden de Zapatero. Le corresponde lo que dijo Borges de
la represión militar argentina: “ Se
están comiendo a los caníbales “. Quienes continúan la negociación con
ETAdesoyendo el sufrimiento de las víctimas del terror le piden perdón a los
terroristas por los crímenes que ellos mismos cometieron en las cloacas del Estado.
Helador.
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