La precampaña electoral
tuvo una antecampaña desde que los más sensatos advirtieron la necesidad de
unas elecciones mucho más anticipadas que las de este mes. Habiéndose gastado
tanto fuelle y perdido tanto tiempo adviene una campaña propiamente dicha
prodiga en declamaciones y dicterios de este extraño socialismo que en nada
envidia al de Papandreu. No es maniqueísmo. Es que mientras el Partido Popular
lleva meses encarrilado en un moderado tono respetuoso, el PSOE es una traca de
feria. Con trémolos en la voz y gesto para la posteridad Zapatero asume toda la
responsabilidad por la España yacente. Bueno: solo o en compañía de otros.
Rubalcaba, el candidato gubernamental que ahora quiere hacer lo que no quiso
hacer en el Gobierno, es un conocido funambulísta que como vocero de ZP acusaba
de catastrofistas y malos españoles a los populares que avisaban de la tormenta
perfecta desde que cayó Lheman Brothers. Zapatero, autoinmolándose como único
irresponsable del Reino, solo intenta lavar a Rubalcaba en el Jordán para
presentarlo virgen e impoluto. Muchos otros han ayudado al Presidente a perder
el oremus, más que Jordi Sevilla y sus dos tardes de Economía virtual para
ejecutivos estresados. Miguel Sebastián es amigo personal del irresponsable,
venía de dirigir el servicio de estudios del BBVA y dirigió la oficina
económica de La Moncloa. Al margen de sus extravagancias con las corbatas o las
bombillas chinas, este tuvo que ver la ola financiera. Pero el gran felón fue
Pedro Solbes, ese eurócrata urdidor de todas las mentiras de las pasadas
elecciones para huir al amparo de las desconcertadas faldas de Elena Salgado. Y
todo el partido que calló. ZP solo es el capitán de los irresponsables.
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