Nada indica que Alfredo
Pérez Rubalcaba se haya roto las dos piernas como funambulista del PSOE ni que
haya conducido a éste a su peor su peor sangría democrática. No todo en él fue
voluntarismo; la mitad de su campaña resultó patética, de elecciones de primero
de curso de la Facultad, y en el debate admitió inconscientemente que ya no
arrastraba ni convencía a nadie. Quieren convertirle en Secretario General de
la nave desarbolada arguyendo que sólo hace falta chapa y pintura y que lo sucedido el último 20-N fue sólo un raspón
contra la columna del garaje. Son quienes apuestan que éste PP sólo durará tres meses, como también
predijeron lo mismo para José María
Aznar en su primera mayoría minoritaria. Curiosamente los que son tan viejos
como Rubalcaba, como Felipe González, sugieren la necesidad de remotorizar con
tiempo el partido y no cortar el cortoplacismo de aquellos que han perdido el
cargo por culpa de ZP. Los que esperen de Rubalcaba una oposición leal que
comiencen a santiguarse.
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