Con la designación de los comandantes de Cuerpo de Ejército, el
presidente Raúl Alfonsín ha terminado de diseñar la nueva cúpula de las fuerzas
terrestres argentinas. Otros cuatro generales han pasado a retiro y otros dos,
aún en actividad, han quedado sin mando específico a disposición personal del
ministro de Defensa. El generalato en activo del Ejército ha quedado reducido a
18 hombres.
La limpieza ha
sido drástica y las promociones del generalato del 80 y el 81 han pasado, a
ocupar las más altas responsabilidades. Ninguno de los nuevos nombramientos
castrenses se encuentra seriamente implicado en denuncias por desapariciones o
torturas aunque, obviamente, desempeñaron papeles políticos o administrativos
durante la dictadura.Pero todos corresponden a la imagen del general Jorge
Arguindegui, jefe del Estado Mayor del Ejército, quien desde 1976 no pasó de
ocuparse de un cargo burocrático en la Comisión de Asesoramiento Legislativo
(que suplió al Congreso) y de mandar la decorativa guardia presidencial de
granaderos acaballo de San Martín.
Por otra parte,
se ha subvertido el principio sagrado de antigüedad, designándose como jefes de
Estado Mayor de cada Cuerpo de Ejército a mandos más antiguos en su empleo que
los comandantes de estas grandes unidades. Se ignora el propósito final de esta
decisión, aunque podría apuntar a ftituras modificaciones en profundidad de la
estructura de las Fuerzas Armadas, tendentes a equilibrar la fuerza del mando
directo de unidades operativas con un mayor peso de sus estados mayores.
De los cinco
Cuerpos de Ejército existentes hasta ahora, no se ha cabierto el mando del
Cuarto, que desaparecerá. Sus unidades quedarán absorbidas por los actuales
caerpos Tercero y Quinto. El más brillante militar designado para comandar un
Cuerpo, el general Aguado Benítez, que además es el de mayor antigüedad de los
nombrados, no ha recibido -según la tradición- el mando del Primer Cuerpo
acantonado en Buenos Aires: ha sido puesto al frente del Quinto Cuerpo de
Ejército, que cubre el sur patagónico. No se trata de un destierro; se le ha
atribuído el mando de las fuerzas que defenderán las fronteras del país,
teóricamente amenazadas, a cuenta de las diferencias con Chile, por el canal
del Beagle, y con Gran Bretaña, por las islas Malvinas.
Este nombramiento
es otro recuerdo al Ejército de que la cúspide de la carrera no consiste en
pavonearse en Campo de Mayo mandando la guarnición de la capital, sino que
consiste en alcanzar el mando militar de las provincias fronterizas que haya
que defender de una hipotética agresión exterior.
Nuevas exhumaciones
Por otra parte,
la mayor parte de diez de los cráneos de otros tantos cadáveres exhumados ayer,
por orden judicial, en el cementerio de Rafael Calzada, en la periferia
bonaerense, presentaban impactos de bala. Otro más parecía haber recibido un
impacto de gran calibre a muy corta distancia, informa desde Buenos Aires la
agencia Efe.La exhumación fue ordenada por el juez Julio Piaggio, tras haber
recibido numerosas denuncias civiles sobre la ejecución, a manos de personas
uniformadas, de enterramientos clandestinos, de cadáveres desprovistos de
identificación en fosas comunes del mencionado cementerio, en fechas
comprendidas entre 1976 y 1977, los años más duros, de la represión militar y
policial.
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