María Estela Martínez de Perón presidió ayer en un hotel porteño
una cumbre peronista con todos los líderes del movimiento y los sindicatos. La
ex presidenta anunció que volverá próximamente para reorganizar el
justicialismo e hizo notar que sabía quiénes y cómo la habían traicionado. A la
reunión no se permitió el acceso a los periodistas. El representante de la
señora para cuestiones informativas aclaró amablemente que "Isabel Perón
no recibirá a los reporteros gráficos, no recibirá al periodismo escrito, no
ofrecerá conferencia de prensa alguna y no se distribuirá información al
término de la reunión".
Los nervios
estaban justificados. La dirección peronista acudió al hotel Batien como
colegiales ante la madre autoritaria tras un fracaso escolar. Lorenzo Miguel,
primer vicepresidente peronista y secretario de su brazo sindical, declaró tras
la reunión: "Isabel nos habló como la madre de todos nosotros". Fue
Lorenzo Miguel quien, tras tormentosas discusiones previas, decidió que todos
los dirigentes políticos y gremiales presentaran sus renuncias en bloque a la
presidenta del partido, quien aceptó la oferta, pero dejándola en suspenso
hasta su definitivo regreso al país el próximo mes.Por lo relatado por algunos
asistentes, el clima de la reunión osciló entre la farsa y la tragedia griega.
Con dirigentes que antaño traicionaron hasta el frenesí a la viuda de Perón y
ahora se presentaban ante ella reconociendo sus errores con lágrimas en los
ojos. La señora hizo saber a los dirigentes peronistas que
obraban en su poder todos los antecedentes de por qué no se la rehabilitó
políticamente antes del congreso del partido que eligió la formula presidencial
Italo Lúder-Deolindo Bittel. La historia, perfectamente conocida, consiste en
que toda la dirección peronista pidió al Gobierno militar que se retrasara la
rehabilitación para no tener que discutir candidaturas con una mujer a la que
despreciaban y no querían ver en Buenos Aires.
Isabel Perón fue
traicionada por los suyos durante su breve presidencia, lo fue durante su cautiverio
y durante su exilio. Isabel, en la reunión peronista, habló durante cerca de
dos horas, seca y cortante. Afirmó que no venía a cortar cabezas, pero dejó el
hacha en el aire cuando afirmó saber quiénes habían conspirado contra ella,
La señora estimó que, "siguiendo la doctrina de
Perón, no puede haber errores, pero aquí se cometieron". Fustigó a quienes
quisieron! abandonar las banderas revolucionarias y "convertir el
movimiento peronista en un partidito". En todo momento fue acompañada por
él ex coronel croata Milos Bogetich, antiguo nazi, que ha aparecido en Buenos
Aires como su mano derecha. Aseguró Isabel Perón que regresará a Argentina en
breve para dirigir personalmente el movimiento y el partido. Ayer fue recibida
por el presidente Alfonsín con todos los honores de su rango de ex presidenta
de la nación, siguiendo la secreta política radical de favorecer desde el poder
a Isabelita y al ala derecha del peronismo.
Por lo demás, el
Gobierno radical parece haber caído, como todo el país, en la depresión
posterior a la euforia. La arrancada radical se está quedando, en las primeras
horas, en una catarata de medidas económicas tendentes a sujetar los precios;
los nuevos nombramientos militares continúan esperando, y aún no se ha
producido la segura, pero retrasada, convocatoria al Congreso para sesiones
extraordinarias durante el verano.
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