15/12/83

Raúl Alfonsín sienta en el banquillo a los miembros de tres juntas militares (15-12-1983)

El presidente argentino, Raúl Alfonsín, firmó en la madrugada del martes (hora peninsular) su decreto 158, por el que se somete a juicio sumario ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a los integrantes de las tres primeras juntas militares que gobernaron el país tras el derrocamiento de María Estela Martínez de Perón, en marzo de 1976. El decreto -firmado, tras el presidente, por todos los miembros del Gobierno- establece que las futuras sentencias del Consejo serán apelables ante la Cámara Federal.

Los sometidos a juicio militar son los tres primeros ex presidentes del llamado "proceso de reorganización nacional", tenientes generales Jorge Rafael Videla, Roberto Viola y Leopoldo Fortunato Galtieri; los almirantes Emilio Eduardo Massera, Armando Lambruschini y Jorge Anaya, y los brigadieres generales del Aire Orlando Agostí, Omar Graffigna y Basilio Lami Dozo.El general Galtieri, el almirante Anaya y el general Lami Dozo ya se encuentran encausados ante la Suprema Corte Marcial por haber propiciado y perdido la guerra de las Malvinas. La comisión Ratembach, que investigó sus conductas, recomendó para los dos primeros la pena capital, que en Argentina sólo se aplica en caso de guerra.

La nueva dirección castrense queda compuesta, según se anunció anoche oficialmente, por el general Julio Fernández Torres como jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Jorge Arguindegui como jefe del Estados Mayor del Ejército, el contralmirante Ramón Arosa, como jefe de la Armada, y el brigadier Teodoro Waldner como jefe de la Fuerza Aérea.

El almirante Emilio Massera, responsable áulico de todos los horrores cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada, permanece desde hace meses detenido en el apostadero naval de El Tigre, en el nacimiento del río de la Plata, acusado de ocultación de pruebas en, el caso abierto por la desaparición del marido de su amante y la enajenación de sus bienes.

El decreto presidencial que somete a la justicia militar (con apelación ante la justicia ordinaria) a estos nueve máximos jefes de las fuerzas armadas argentinas establece su procesamiento por "concebir e instrumentar un plan contra las actividades terroristas basado en métodos y procedimientos manifiestamente ilegales; como consecuencia de ello, entre 1976 y 1979, miles de personas fueron privadas de su libertad, torturadas y muertas por la aplicación de procedimientos inspirados en la totalitaria doctrina de seguridad nacional".

Este enjuiciamiento "se referirá a los delitos de homicidio, privación ilegítima de la libertad, aplicación de tormentos a los detenidos, sin perjuicio de los demás que resulten autores inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices".

Todos los implicados se encuentran en Argentina y permanecerán en libertad -menos el almirante Massera, encausado en un proceso penal civil- hasta lo que resuelva la corte marcial.

Del teniente general Jorge Videla se conocían las recomendaciones de sus amigos para que abandonara el país tras el triunfo radical, a lo que se negó firmemente, refugiándose en su acendrada catolicidad. Otros altos mandos militares gravemente implicados en la represión, o no han regresado de sus graciosas misiones en el exterior, o ya han emprendido el camino del exilio. El general Camps, ex jefe de la policía de Buenos Aires, que se jacta de haber hecho eliminar a 5.000 personas, ha desaparecido de la capital, estimándose que pudiera encontrarse en Uruguay.

No sería correcto escribir que el procesamiento castrense de las tres primeraljuntas militares haya sorprendido al pueblo argentino. Lo que ha movido a muchos a la sorpresa es que el presidente Raúl Alfonsín haya empezado a cumplir -y por donde más duele- sus promesas electorales, aireadas por todo el país. Muchos porteños han perdido costosas cenas ante la firma del decreto 158.

La alegría y el entusiasmo por la democracia recuperada no habían borrado los estragos de una sociedad profunda y largamente engañada como ésta. Así, en el clima porteño, al conocerse en la noche del martes los procesamientos, la sensación generalizada era de estupefacción ante la firmeza del Gobierno.

El Gobierno radical sabe que medidas tan necesarias para recuperar la moral social y tan peligrosas sólo pueden tomarse ahora, con los votos frescos y la conspiración militar abroncada masivamente y escondida debajo de la mesa. Cualquier debilidad ahora sería la muerte de las libertades mañana.

Montoneros, también

Al decreto 158 le ha precedido el 157, por el que se promueve "...la persecución penal, con relación a los hechos cometidos con posterioridad al 25 de mayo de 1973 (anterior amnistía dictada por el ex presidente peronista Héctor Cámpora), contra Mario Eduardo Firmenich, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Cirilo Perdia, Rodolfo Galimberti y Héctor Pedro Pardo, todos ellos de la dirección de la organización Montoneros, como también del ex gobernador justicialista de Córdoba en 1973, Ricardo Armando Obregón Cano, y del terrorista Enrique Gorriarán Merlo; del autotitulado Ejército Revolucionario del Pueblo, por los delitos de homicidio, asociación ilícita, instigación pública a cometer delitos, apología del crimen y otros atentados contra el orden público".

El decreto, también firmado por todo el Gobierno, junto al presidente, incita al procurador general de la nación a organizar la investigación que corresponda y ejercer la acción pública sobre los casos referidos a estas personas.

Firmenich y Vaca Narvaja son los máximos líderes montóneros que quedan con vida, y han repartido su exilio entre Cuba y Nicaragua. Hace una semana han publicado en algunos periódicos comunicados publicitarios reconociendo su error histórico y reclamando su derecho a reingresar en la vida política democrática. Gorriarán Merlo es el dirigente del trotskista ERP. La propia admisión pública de sus errores por parte de los máximos dirigentes del voluntarismo montonero retrata fielmente lo que puede ser el sentimiento del ciudadano medio argentino, que, por más que comprenda los motivos de aquel terrorismo, no deja de pensar que terminó promoviendo fuerzas imposibles de controlar, que destruyeron la nación y sembraron sin límites la muerte y el dolor.

El reto es tremendo, particularmente en lo tocante al procesamiento de las primeras juntas militares. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que habrá de juzgarlos está integrado por militares que sirvieron lealmente a quienes ahoran van a tener sentados frente a sí en el banquillo.

Apelación ante una corte civil

Uno fue ministro de Justicia con Videla, otro mandó el V Cuerpo de Ejército durante los peores años de la lucha antisubversiva, otro fue subsecretario en el Ministerio del Interior... De ahí la necesidad de completar el decreto con la posibilidad de apelación ante una corte federal civil.

Sea como fuere, sigue vigente en Argentina la norma jurídica por la que un reo puede reclamar ser juzgado bajo el imperio de la ley -aunque esté derogada- que le sea más favorable.

El pasado domingo, en una entrevista concedida a EL PAIS, el presidente argenti no explicaba sus proyectos al respecto; unos proyectos que no satisfarán a ningún extremo: "Hay que exigir sus responsabilidades a los, cabecillas de las dos partes, de la subversión y de la represión, y por abajo, a todos los que cometieron abusos y desmanes por su propia cuenta. Y manga ancha para tantos que se vieron desbordados por los acontecimientos o carecieron de valor moral para resistirlos".

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