En política casi nada es lo que parece o también lo que pregona. El Parlamento catalán, tras prohibir la tauromaquia, blinda
a los“ correbous
“- los toros de fuego- porque estresan poco al animal. Se mueren del
susto o ahogados en las poblaciones costeras. La crueldad con el animal se les da un ardite y con las
elecciones a dos meses, sólo les importa
el voto de la mitad de Tarragona, donde
arraiga el correbous. Todos ellos votan pinzándose la nariz para no olerse a si
mismos. Miguel Sebastián, ministro del ramo, y de los técnicos, proponen un
cementerio nuclear en Valencia, por la rapidez de las obras, ahorro y dejar de
pagar a Francia la factura por guardar nuestros residuos. El resto del Gobierno
se opone a la espera de los abstrusos informes jurídicos. No es tal, sino evitar que el Presidente Autonómico Camps
levante una bandera antinuclear tan grata a la izquierda ecologista. Si median
los votos nos haría guardar la basura nuclear en nuestra nevera. Mano a mano con
Urkullu, Rodríguez Zapatero ha concedido
competencias sociales al País Vasco, negociando con la oposición del PNV. No se
ha roto la caja única de la Seguridad Social
pero sí se ha rajado un jarrón chino de la Dinastía Ming. Otras comunidades
vendrán detrás y habrá jubilados de oro o de bronce, según cada autonomía. El
Lehendekari socialista, Patxi López, hijo del histórico socialista López
Albizu, no ha podido ser más desairado y desde el Palacio de la Moncloa, le
amenazan con la vuelta del PNV como la lista más votada. Todo para que ZP tenga
aprobado los Presupuestos Generales del
Estado y que pueda acabar su legislatura. Como todos aquellos que sacrifican
todo para poder llegar a fin de mes.
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