30/9/10

EL PERIODISTA MUERE SOLO (30-9-2010)

La Gran Guerra, la II Guerra Mundial, Corea y las guerras de Indochina convirtieron al siglo pasado en un gran obituario de corresponsales, pero el siglo XX se cerró con la matanza sistemática de informadores en manos de la dictadura militar argentina, abriendo la puerta a una nueva situación: el asesinato de los periodistas locales. Rodolfo Walsh era uno de los más brillantes periodistas de Argentina cuando “lo chuparon “(secuestraron), torturaron y mataron a su hija montonera. Vivía en su casa de siempre y estaba legalmente armado; vio en la noche  a través de la ventana, un despliegue de hombres armados y antes que le aplicaran “la picana”(corriente alterna)bajó al portal con una pistola en cada mano, organizando un tiroteo en el que murió. Fue un suicidio. En un gremio,  relativamente pequeño, en el que todos conocemos, el asesinato de decenas de compañeros, fueron devastadores  y una Oriana Fallacci,  equivocada, tildó de cobardes a la prensa argentina por no denunciar las atrocidades que ocurrían en su país. Jacobo Timmerman,  director de LA OPINIÓN,  fue torturado en persona por “el carnicero de Buenos Aires”-el general Ramón Camps-y las organizaciones sionistas lograron su exilio en Israel. Otro director de un periódico de La Plata, se rodeó de sus fieles guardaespaldas, puso una cama en su despacho y no pudo pisar la calle en tres años. No es de extrañar que el mejor relato de la caída de Saigón fuera escrita por la gran Oriana desde su casa de Florencia.

Los americanos, tras la guerra televisada de Vietnam, aprendieron la lección y en la Segunda Guerra de Irak, ”empotraron” a los periodistas en los diferentes regimientos, reduciendo las víctimas civiles y controlando toda la información. La sed de sangre de periodistas se ha localizado, por importancia, en México, Sri Lanka, Filipinas, Irak, Colombia, Bangladesh y Rusia. Ahora ya no es el proyectil de obús que te da en la cabeza. Tres cuartas partes   de los más de 800 periodistas caídos desde 1992 han sido previamente elegidos como objetivos luego fueron asesinados. Más del 90 % eran periodistas locales y el 95% de los crímenes no fueron nunca resueltos. Entre 2.000 y el 2.003, fueron abatidos 14 periodistas en Filipinas, y pese a las quejas que presentó el Centro Filipino de Periodismo de Investigación, en donde mataron a ocho más por no guardar silencio, El Comité para la Protección de los Periodistas  publicó un informe descriptivo de las víctimas, que en su mayoría trabajaban en puestos mal remunerados y en áreas remotas controlados por funcionarios corruptos. En su zona, el soborno a los periodistas, era la norma, pero mucho de ellos que fueron asesinados, eran famosos por permanecer limpios en éste aspecto. Mucho de ellos conocían su fin pero publicaron sus denuncias hasta su final  sangriento.

México es un infierno con once informadores ultimados desde lo que va éste año y fueron veintisiete en la última década en Ciudad Juárez. Es el país más peligroso en estos momentos para ejercer la profesión de periodista y “los narcos” están infiltrados como soplones en todas las redacciones. Tal están las cosas que por primera vez EEUU ha concedido asilo político al periodista mexicano Jorge Luis Aguirre, editor amenazado de” LA POLAKA.com.” Están otros tres colegas en lista de espera del Departamento de Estado estadounidense. Ésta carrera hacia la muerte en manos de los sicarios no lo explica ni la vocación y tampoco la más estricta deontología. Como escribió el escritor y ex Presidente checo Vaclav Havel:”No me interesa saber por qué el ser humano es capaz de hacer el mal, lo que quiero saber es por qué hace el bien”. Ése es el misterio que no cesa porque no solo el Tercer Mundo tiene la exclusividad del sicariato.  En Vancouver (Canadá), Tiri Singh Hayer fue tiroteado en 1998 quedando en sillas de silla de ruedas y el mismo año fue acribillado a la puerta de su garaje. Escribía sobre la Secta Sij. En Oakland (California) en 2007 fue muerto Chauncey Bailey, por divulgación  de las actividades de una empresa.

Terry Gould es un neoyorquino que estudió Periodismo en Canadá, instalándose a vivir en Vancouver y se especializó en periodismo de investigación.  Avalan sus trabajos  cincuenta premios internacionales y publica en España “Matar a un periodista. El peligroso oficio de informar”, editado por “Los libros del lince”. El gran comunicador televisivo estadounidense  Walter Conkrite quién cubría para la radio los bombardeos nazis sobre Londres y tanto la Royal Air Force-la RAF- y la US Air Force, lo invitaron reiteradamente a que los acompañara a atacar Berlín, a los el periodista se negó, reconociendo en sus” Memorias”  que era preso de un miedo insuperable. Hoy lo más peligroso es informar del barrio de al lado.  

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