Hace escasos meses Jaime
Mayor Oreja divulgó su sospecha que ETA estuviera urdiendo una nueva
tregua-trampa y que terminales gubernamentales
pudieran estar haciendo tacto de codos con la periferia de la banda,
siendo tildado, como es repetitivo en el PSOE de desestabilizador y
catastrofista. La astrosa escenografía del comunicado ya no impresiona ni a los
niños y el trío parece la atracción chinesca
de una barraca de feria o la secuencia de una película de Fu Man Chú. Lo
importante es que las delicadezas penintenciarias de Interior con
sanguinarios etarras y las necesidades
electorales objetivas del Presidente hacen bueno el juicio de intenciones sobre un posible pasteleo entre el Gobierno y
la ETA para dejar la sangre hasta las generales del 2012 a cambio de meter a la
izquierda abertzale en las municipales del 2011. Zapatero se pondría la banda
de pacificador y cortaría el cupón de la opinión
publica . ETA no ofrece tregua
sino que la pide cuando pierde oxígeno,
zulos y pisos francos, cuando aumentan sus caídas y desmantelan hasta los comandos
durmientes o se le estrecha el santuario
francés y no tiene dinero en caja. Cuando ofrecen tregua es el momento de
impulsar la persecución en caliente. La tregua es ominosa si el Gobierno
cometiera la infamia de negociar con el brazo político del brazo armado para
que el primero vuelva a encaramarse a la
tarima política. Ése escenario es mucho más peligroso que el de las pistolas y
las bombas, y sería la primera vez que a una petición de tregua se contestara
con una rendición. Pero ya se sabe que el palacio de La Moncloa también vale
una misa, aunque sea una misa negra. Más de 800
asesinado nos contemplan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario