16/9/10

RETRATO PONDERADO DE AZNAR (16-9-2010)

Bastante antes de ganar las elecciones generales del 1997, José María Aznar me citó en su despacho del PP en Génova, para una reunión privada, porque nunca supe la motivación del encuentro. No debí moverle a la empatía ya que, retrepado en su butaca, no me hizo pregunta alguna permaneciendo inexpresivo y prácticamente mudo. Para ahogar silencios embarazosos  tuve que sustituir la conversación imposible por un monólogo inconexo hasta que rompiendo el protocolo  aduje que debía marcharme. Mi impresión fue deplorable  hasta que pasados los años entendí que Aznar es así y hay que comprarle  por lo que vale y no por su capacidad de seducción. Siempre me ha sorprendido que los españoles  dieran una mayoría absoluta  a un Inspector de Hacienda, gremio que no se distingue precisamente por su cordialidad  y no encuentro los genes que lo comunican con su abuelo Don Manuel Aznar, gran periodista y diplomático, que pasó sin transición del anarquismo al franquismo y durante nuestra  Guerra Civil logró ser condenado a muerte por los dos bandos. Genio y figura.

El periodista vallisoletano Miguel  Ángel Rodríguez, director de comunicación del PP,  diputado por Madrid, Secretario de Estado y P        ortavoz  del Gobierno, es uno de los hombres que mejor conoce al ex presidente de quién es además  amigo personal, publica en  “La Esfera de los libros “, el ponderado retrato del personaje,  “ Y Aznar llegó a Presidente “. El libro sigue el hilo conductor  de las andanzas  de ambos  desde la junta de Castilla-León  hasta el Palacio de La Moncloa y pinta un fresco del personaje, alejado de la hagiografía, que le hace accesible tras el muro de su impasibilidad. Y lo hace con un impagable humor. No en balde  el autor es uno de los escasos que dimitió tres veces al   “Señorito“, como se le conocía en el séquito.

Aznar suple el encanto que no tiene por su capacidad  de trabajo y austero hasta la exasperación  que no llegaba a usar tarjetas de crédito ni móviles porque no sabía para que servían. Resulta que era un fumador en cadena  de cigarrillos  y en secreto como Adolfo Suárez, Felipe González y Rodríguez Zapatero, y tras hartarse de toser en un viaje a Amsterdam dejó de inhalar pasándose a los puros, para mí una señal  psicológica de prepotencia. El caso es que comenzó a coger peso  y de la mano de Bernardino Lombao empezó a castigarse hasta justificar esos  abdominales  de tabla de lavar que tanto han sorprendido porque su empecinamiento natural Aznar casi llega al culturismo.

Éste buen retratista de Aznar nunca cita a Manuel Fraga por su nombre llamándole “Patrón“ y subraya la inquina, tras las trapacerías y la envidia de éste hacia quién  logró lo que el gallego persiguió infructuosamente toda la vida.  M.A.Rodríguez  siembra ominosas sospechas sobre el atentado de ETA contra el automóvil de Aznar;  no se explica los fallos de la vigilancia y contravigilancia y reprocha la ausencia en la clínica de Felipe González o cualquier  ministro de su Gobierno, al contrario de Julio Anguita que se presentó al minuto. La consigna socialista fue de minimizar el incidente mientras el entonces aspirante, ridiculizado  por su aparente estolidez, comentaba: “Ahora ya tengo carisma“. Fue tal la campaña  de destrucción de imagen de la imagen del candidato que se llegó a la tontería  que tenía labio leporino  y por ello poblaba su bigote. Es cierto  1que el retratado  no leyó “Cómo ganar amigos “, aquel libro americano de autoayuda  subnormal,  y que su idea  de una fiesta social es cenar a solas con Ana Botella, y ese hermetismo le impidió explicar a los españoles la segunda guerra de Irak en la que participamos a título simbólico sin bajas entre las tropas españolas. No obstante ha tenido más suerte que Tony Blair que no puede firmar sus memorias sin disturbios. Nadie se acuerda que no desclasificó los papeles del CESID para no inculpar a González, que congeló los sueldos a los funcionarios, aguantó bien una huelga general, suprimió los gobiernos civiles, el servicio militar obligatorio, el parque móvil de los ministerios, las empresas públicas más importantes y hasta la peseta, cuando los socialistas,  tenían por imposible el acceso al euro.

Lee biografías de grandes hombres y las obras de los poetas más abstrusos. M.A.R., acrónimo con el que conoce al autor, deja su texto a las puertas de La Moncloa y esperamos su próximo libro las claves de la retirada política de la esfinge antes  de unas elecciones que tenía que  ganar y que hubiera perdido. Como si leyera la escritura en el agua.

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