El comité de 12 bancos que lidera el consorcio de
300 entidades bancarias acreedoras de Argentina se reunió el martes en la sede
del Citibank, en Nueva York, para estudiar la paralización de las negociaciones
sobre la deuda. El comité decidió dejar en suspenso indefinidamente el
ultimátum hasta el 17 de octubre para que el país acepte las condiciones
impuestas para la refinanciación de la deuda externa de Aerolíneas Argentinas,
modelo para el restode las empresas estatales. Queda también demorada la
entrega del primer tramo del préstamo de 1.500 millones de dólares a cinco
años, así como los otros créditos condicionados al stand-by del Fondo Monetario
Internacional, cuya cuota prevista para el fin del mes pasado no había sido
hecha efectiva. La banca acreedora deja así en suspenso unos 800 millones de
dólares, y el Fondo Monetario Internacional, otros 300, correspondientes a las
entregas del mes de septiembre.
En
cualquier caso, se estima en Buenos Aires que la suspensión del ultimátum del
17 de octubre significa que los acreedores han entendido que Argentina tiene
voluntad de afrontar sus compromisos internacionales y que sólo el caos del
último trecho de la dictadura militar justifica la demora en los pagos. El
actual Gobierno argentino está intentando mover sus escasos resortes e
influencias para que la causa incoada por el juez patagónico Pinto Kramer sobre
la deuda externa y el presidente del Banco Central pase a la Corte Suprema o,
al menos, a otro juzgado federal detentado por un magistrado menos
ultramontano.Por lo demás, los dirigentes de los partidos políticos son
unánimes en reconocer que Argentina debe pagar sus deudas, por más que difieran
en la forma de hacerlo.
La demora
argentina se encuentra altamente politizada, pero el estado de opinión
ultranacionalista y rencoroso con el Fondo Monetario Internacional es aún
minoritario. Aunque bien es cierto que los argentinos recuerdan los impagos
favorablemente negociados de México y Brasil y estiman mayoritariamente que la
renegociación de sus deudas por parte de un Gobierno carente de autoridad ha
perjudicado sus intereses.
Situación
kafkiana
Las fuerzas
políticas democráticas mantienen la tesis razonable de que primero debe
clarificarse el monto total de la deuda externa, que no conoce con exactitud ni
el actual Gobierno de facto; y después, negociar pagos a corto, medio y largo
plazo que ni arruinen al país ni aumenten situaciones de desesperación social.
Estiman que yugular la economía argentina o empobrecer aún más la nación hasta
hacer propicio un clima revolucionario, a quien menos puede interesar es a los
acreedores de la república. La situación kafkiana originada por la detención
del presidente del Banco Central y los comprensibles retrasos del ministro de
Economía en abandonar su hotel de Nueva York (teme ser detenido también) están
impidiendo a las autoridades monetarias concretar y detallar sus primeras e
incompletas medidas sobre restricción en la venta de divisas para pagos
exteriores. La confusión en la city de Buenos Aires es total,
y el dólar estadounidense opera en el mercado negro sin precio razonable,
alcanzando las escasas operaciones un cambio de 28 pesos argentinos por dólar
americano, cuando el cambio oficial los compra a 13 pesos.
Se ignoran
las formas reguladas de interés para depósitos y préstamos que habrán de regir
en octubre, y los depositantes de plazos fijos en dólares, tenedores de bonos
externos o títulos oficiales nominados en dólares, viven angustiados ante la
posibilidad de que sus utilidades les sean pagadas en pesos al cambio oficial;
fortuna y pequeños capitales de ahorristas pueden verse catastróficamente
devaluados hasta en un 60%. Hay gente que está pensando en el suicidio.
Voz de
alarma en el caucho
No
obstante, dada la gran dependencia exterior argentina en materias primas para
manufacturas y su lejanía de muchos centros estratégicos de producción obligará
a un rápido y amplio cuadro de autorizaciones para la compra de divisas. La
industria del caucho, por ejemplo, ya ha dado la voz de alarma sobre el
inminente desabastecimiento del país si no se conciertan ya los próximos
embarques de látex de Extremo Oriente, que tardan entre 45 y
70 días en llegar a puertos argentinos.
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